Pájaros cantores entre rejas - Carme Fitó

ADDAREVISTA 46

La captura y cautiverio de pájaros fringílidos y su «educación para el canto» comportan muchas prácticas crueles que les causan sufrimiento y la muerte con mucha frecuencia. Sólo cuando se estudian las técnicas de captura y amaestramiento se observa la violencia en el trato hacia esos pequeños pájaros. El problema real es que esta violencia no es percibida como tal, porque sólo se ve la belleza y no la crueldad. Es por eso que este artículo trata de lo que les sucede a los pájaros cantores, ya que su sufrimiento importa.

             Los pájaros de las cuatro especies de fringílidos que se capturan para el mantenimiento de la tradición de los concursos de canto en Cataluña son el pinzón común(Fringilla coelebs), el jilguero (Carduelis carduelis), el verderón(Carduelis chloris) y el pardillo común(Carduelis cannabina). Hoy la alternativa a la captura de pájaros cantores propuesta por la comunidad económica, ante el incumplimiento de la directiva europea sobre aves, es la cría en cautividad. La directiva de aves europea permite excepciones para casos muy concretos, en «pequeñas cantidades», «siempre que no exista otra alternativa» y mediante «métodos selectivos». La cuestión es si se van a seguir capturando pájaros para el aprovisionamiento de la cría en cautividad, y parece ser que sí, aunque de momento la autorización está pendiente de regularización.

En Cataluña hay 572 sociedades ocellaires con 8.000 federados. En el año 2009 se capturaron 158.935 pájaros fringílidos en esta comunidad. Fue el último año que se autorizó la captura con liga. Al año siguiente no hubo autorizaciones y en 2011 se permitió la captura de un total de 60.000 pájaros, aunque se capturaron 16.650 debido a los pocos días permitidos. Si se piensa en el total de pájaros capturados hasta la actualidad, año tras año, resulta abrumador y una auténtica desgracia para los que cayeron en las crucetas de liga o en las redes. 

Las técnicas de captura: la red y la liga

Para capturar pájaros fringílidos se utilizan dos métodos: la red abatible y la liga. La red abatible se acciona en la distancia por un sistema de cuerdas y se cierra como un libro. A veces algunos pájaros que caen en la red reciben golpes de las varas laterales al cerrarse, que les causan la muerte o daños irreversibles como roturas de alas o patas. Para atraer a los pájaros se utiliza un pájaro llamado monta o cimbel (munta en catalán). Este pájaro se sitúa en el centro de la red abierta y está sujeto con un arnés a un cordel atado al extremo de un palo. Dicho palo tiene un mecanismo de cordeles que cuando se acciona produce un movimiento de subida y bajada. Ello obliga al pájaro a mantenerse en equilibrio moviendo sólo las alas; tiene la función de simular que baja a comer al campo, atrayendo así a otros pájaros libres. Ha tenido que aprender a mantener el equilibrio sobre el palo a base de caídas, quedándose colgando del cordel.

            El pájaro que hace de cimbel o monta «no sirve para cantar» y es el más maltratado. Durante toda la temporada de captura (casi cinco meses) se le cae la red encima en multitud de ocasiones y, además, lleva puesto siempre un arnés de cordel llamado braguero, que fabrican los mismos cazadores. Este arnés sujeta el cuerpo bajo las alas y el pecho, estropea el plumaje, produce heridas, ansiedad y estrés a los pájaros, pues se les observa la mayor parte del tiempo intentando quitárselo con el pico. Algunos consiguen cortarlo, pero se les vuelve a colocar otro nuevo. Tienen las plumas de las alas y la cola rotas por los roces de la red, las caídas del palo, y el uso del arnés. 

             Mediante la técnica de la liga (vesc en catalán) los pájaros se capturan con unas crucetas untadas de esta sustancia pegajosa —que se extrae de los frutos del muérdago (viscum album) y es tóxica para los pájaros si la ingieren—, colocadas sobresaliendo en la parte más alta de pequeños arbolitos.

Como en la técnica de la red, se utilizan pájaros, que hacen de reclamo en jaulas, colocados bajo los arbolitos con crucetas. El pájaro, que atraído por el canto del reclamo acude al lugar, se pega a la cruceta por la espalda, las alas y la cola. Al intentar escapar cae al suelo porque ya no puede volar. Si es hembra deberá soltarse después de limpiar su plumaje de los restos de liga con antiliga (no siempre se utilizó este producto y los pájaros se intoxicaban a causa de los disolventes, algo que podía ser mortal).

Los pájaros capturados con liga suelen perder entre seis o siete plumas primarias y secundarias, además de coberteras y plumón, que no vuelven a crecer hasta cinco semanas más tarde, con lo cual la capacidad de vuelo de las hembras liberadas queda afectada, así como su protección contra el frío y la humedad, quedando más expuestas al medio y a los depredadores.

Como los dos miembros de la pareja suelen volar juntos, es frecuente que ambos sean capturados y que la pareja quede deshecha. Se desconoce el impacto que este acontecimiento tiene, aunque se conocen experiencias de duelo en pájaros por la pérdida de sus compañeros. Los pájaros fringílidos, como la mayoría de aves, son especies monogámicas que forman pareja de por vida. Tanto el padre como la madre colaboran en la alimentación de los hijos y después de la cría permanecen juntos.

Después de la captura, los pájaros macho son encerrados dentro de una jaula rectangular muy plana llamada gabió (jaulón), donde se mantienen a oscuras, para que no se dañen en su desesperación por huir. Algunos se hieren en la cabeza. A partir de este momento seguirán un largo proceso de adaptación al encierro, a la nueva alimentación y al adiestramiento para el canto.

 

Una vida de cautiverio en la jaula más pequeña

 

La jaula en la que se mantiene cautivos a los pájaros fringílidos es más pequeña que una caja de zapatos. Mide 19 cm de altura, 13 cm de ancho y 25 cm de longitud. Muchos viven en ambientes insalubres y en habitaciones pequeñas y mal ventiladas, llenas de jaulas apiladas hasta el techo, en las que los excrementos llegan hasta el palo y donde la luz del sol no llega nunca.

             Muchos pájaros mueren durante el proceso de adaptación al cautiverio. Estas muertes son debidas a la separación del medio grupal y natural, al cambio alimentario y al estrés del confinamiento, pues su entorno ha sido completamente alterado. En estas condiciones, su vida tiene una extrema fragilidad y muchos mueren por infecciones intestinales. Vencidos y debilitados dejan de comer, se acurrucan haciendo una bola y se abandonan a la muerte. Se dice que «mueren de añoranza» y seguramente es cierto.

En los que sobreviven se puede observar su permanente desazón; se echan contra las rejas sin cesar en un vano intento por escapar, algunos las cogen con el pico intentando separarlas. La mayoría presentan comportamientos de ansiedad y se picotean las plumas del pecho y las alas. Debido a este comportamiento se les suele medicar con sedantes y mantener la mayor parte del tiempo con la jaula enfundada en penumbra o a oscuras.

A veces los pájaros enfermos o que «no sirven para el canto» son liberados a muchos kilómetros del entorno donde han sido capturados y en medios urbanos. Se desconoce el impacto de este hecho y si sobreviven. El hecho de que mueran muchos pájaros en su manipulación y el de soltarles enfermos y sin atención veterinaria debería hacer pensar seriamente en prácticas de gran crueldad.

Aprendiendo a cantar a oscuras

La práctica de cegar o vaciar los ojos de los pájaros que participaban en concursos de canto fue muy habitual durante el siglo XIX y continuó hasta bien entrado el siglo XX. Me han contado de primera mano una de las técnicas utilizadas a finales de los años setenta del siglo pasado. Se cegaba al pájaro en el mismo campo con un alambre, calentado al rojo vivo en una hoguera, que se  mantenía lo más cerca posible del ojo sin llegar a tocarlo. La operación se repetía hasta que se producía la quemadura por difusión del calor. Se decía que los pájaros al no tener visión estaban tranquilos en la jaula y cantaban mejor. 

Durante el proceso «de educación para el canto», los pájaros jóvenes o noveles son encerrados en la «caja de educación» insonorizada. Permanecen aislados y en penumbra o a oscuras entre los meses de enero y abril, durante varias horas al día (hasta diez o más) con un CD que va repitiendo incesantemente un canto considerado «de notas puras», como si estos pájaros no supieran cantar. Cuando entran en celo, que suele ser hacia abril, ya están preparados para competir. Para potenciar el canto, a veces, se usan sustancias irritantes impregnadas en las plumas y en ocasiones sustancias hormonales para potenciar el celo.

En los concursos, las jaulas están colocadas en filas, una junto a otra, y el pájaro que canta más alto «pisa» y acalla al otro. El pájaro ganador es el que ha acallado con su canto a todos los demás. El poseedor del pájaro ganador tiene el «orgullo de tener el pájaro que más canta y que más encelado está». Para que un pájaro llegue a una competición de canto han muerto muchos. Un pájaro ganador de concursos puede llegar a costar 6.000 €, aunque el comercio es ilegal, mientras que uno recién capturado cuesta 10 €, debido al alto riesgo de mortalidad que tiene.

Las prácticas crueles que sufren estos pájaros y toda la violencia a que son sometidas sus vidas de encierro, así como los daños biológicos que se causan a estas especies, ponen en cuestión su vigencia por mero entretenimiento y afición. Aunque esa violencia no sea percibida socialmente, pues se ejerce sobre un pájaro que no llega a pesar 20 gramos, existe. Habría que pensar seriamente en las cuestiones éticas del uso de pájaros fringílidos para mantener una tradición.

 Carme Fitó, antropóloga 

 

Ong ADDA  -Junio 2013


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