"The ecologist". Una visión holística del mundo - Pedro Berruezo

ADDAREVISTA 27

Hace ya unos cuarenta años que Edward Goldsmith fundó en el Reino Unido "The Ecologist", la revista que se ha convertido en madre del movimiento ecologista internacional y que desde hace tres años está disponible en los quioscos con periodicidad trimestral. En este artículo, el redactor ¡efe de la versión en castellano para España y Latinoamérica, Pedro Berruezo, nos habla no sólo de la revista, sino también de la filosofía de este medio de comunicación y de su forma de analizar la realidad. Un análisis, siempre, desde una perspectiva holística, global.

En cuarto curso de la licenciatura en Ciencias de la Información asistí a una clase de Roma Gubern, uno de los más prestigiosos especialistas europeos en medios de comunicación, cine y manipulación de las masas. Recuerdo que, durante aquella hora y media, el profesor nos habló de una parte de la historia del cine en que la Naturaleza -y, especialmente, los animales depredadores- protagonizaba los filmes. Les estoy hablando de películas como "Tiburón", "Orea, la ballena asesina", etc. Antes de terminar la clase, Roma Gubern nos comentó que todos aquellos títulos se habían lanzado en un momento en que el movimiento ecologista había alcanzado cierta fuerza en los Estados Unidos y en Europa. La industria del cine, en manos de los poderes fácticos, contribuía de esta forma a que, en las masas acríticas, prevaleciera la idea de una Naturaleza agresiva y "sangrienta". Algo que no tiene nada que ver con la realidad de los ecosistemas, donde las diferentes especies trabajan en pos del bien común. Evidentemente, el único que está en guerra con la Naturaleza es el hombre y, más concretamente, el "Homo tecnologicus", cuyo sistema económico se basa en una expoliación del medio ambiente absolutamente demoledora. Comprendí ya desde la magnífica clase de Gubern que, para comprender la realidad, es necesario enfocarla desde una perspectiva holística. El reduccionismo de la sociedad consumista no da respuestas a las preguntas; sólo limita las cuestiones para responder con afirmaciones sesgadas. Todo eso no me servía.

TODO ES UNO

Así pues, "The Ecologist" tiene una característica principal que la diferencia de otras publicaciones más o menos afines, y es esa perspectiva holística en el análisis de la sociedad y sus problemas. En el "Advantia Vedanta", un libro religioso hindú, se dice que "Todo es Uno". El sufismo, la vía mística y esotérica del Islam, también llega a la misma conclusión, pero por otro camino. En las religiones animistas, el hombre sólo es una pequeña parte del Universo que todo lo envuelve. La teoría Gaia, de James Lovelock, sostiene que el planeta Tierra y su orden estratosférico forman una unidad que está por encima de las particularidades de individuos y especies. La noción de unidad se da también en el Cristianismo, o al menos en sus textos Bíblicos primigenios. En este marco, se ha optado para su versión española y latina por los monográficos de periodicidad trimestral. Mantenemos, sin embargo, el formato de revista, para poder abordar los temas desde todos los puntos de vista. No sólo planteamos los problemas, sino que tratamos de encontrar soluciones. Por decirlo de alguna manera, hemos hecho una versión menos académica, más próxima a la calle, pero con todo el rigor y el criterio científicos de la versión madre.

Por supuesto, también planteamos problemas locales y nacionales y hablamos de empresas y delitos cometidos en España y Latinoamérica. Así, esperamos ambientales y humanos. La defensa del medio ambiente -desde una perspectiva que incluye, obviamente, lo humano y la justicia social- es nuestro objetivo, aunque tratamos de huir de los tópicos y analizamos la realidad, duela a quien duela.

¡QUÉ ANIMALADA!

No puede decirse que los ecologistas tengamos una visión completamente homogénea del mundo animal aunque, por supuesto, todo el equipo de "The Ecologist" estamos a favor de la defensa de los derechos de los animales y en contra de una sociedad que les ha convertido, a ellos y a los vegetales, en meras máquinas de producción (los síntomas de esta enfermedad social son: alimentos transgénicos, piensos que causan enfermedades como la de las "vacas locas", condiciones de vida pésimas para los animales de producción —vacas, cerdos, aves, peces...- y experimentos que dan como resultado una infinita gama de aberraciones que deben sufrir los animales. Para una parte de los ecologistas y, en general, de las personas que tienen conciencia de los padecimientos a que están sometidos estos seres vivos, el ser humano es el único responsable de los problemas que nos asolan, puesto que es el único ser dotado de libre albedrío y, por tanto, el único que tiene que cambiar su relación con el mundo natural, ya que él es quien se ha equivocado. Por ello, debe actuar en pro de las soluciones a los problemas que nos acechan. Otro grupo de personas, ecologistas o no, entre los que me encuentro, partimos de una base afín, aunque con algunos matices. Son muchos los científicos, filósofos, antropólogos, ecólogos, e incluso teólogos, que dudan de la exclusividad del alma humana en el mundo natural. Algunos científicos atribuyen rasgos cognitivos, incluso, a las formas de vida más primarias, como las células. Lo que más nos interesa no es optar por una u otra alternativa, sino comprender que el hombre de las tradiciones pre-monoteístas tuvo durante mucho tiempo una conciencia animista. ¿Qué quiere decir esto? La conciencia de la Unidad: el hombre es diferente de lo que le rodea, pero ni superior ni inferior porque forma un todo armonioso con su entorno y es sólo un pequeño grano de arena en el entramado cósmico; por tanto, los animales -animal viene de "anima"- y los vegetales no son ni sus enemigos ni sus dominados, sino sus hermanos. Hay mucho que aprender de este tipo de pensamiento. Esta conciencia animista permitió durante milenios y milenios una relación de armonía del hombre con su entorno y, posiblemente, el retorno a ella, no a través de la reflexión intelectual sino desde la vertiente espiritual o emocional, sea lo único que pueda salvar a la especie humana, ya que todos los datos indican que su supervivencia podría estar en peligro en dos o tres siglos. Si el hombre no toma otro camino, si continúa con ese orgullo de creerse la figura más soberana de la madre Tierra, si no baja del peligroso pedestal en el que se ha subido –un pedestal, por cierto, rodeado de soledad, hastío y soberbia-, si no varía el rumbo que cada vez le acerca más al abismo, esa unidad que es Gaia, con toda seguridad, actuará para sacarse de encima a ese "bichito" que le molesta. Por ello, lo que importa no es si creemos en la exclusividad del alma humana o en la conciencia animista, que considera a seres humanos y animales seres vivos hermanos. Lo que realmente importa es que debemos actuar unidos e intentar mostrarle al "Homo tecnologicus" cuan grande es su error.

LA NATURALEZA NO SE EQUIVOCA

Podemos considerar que una sociedad humana es avanzada en la medida en que sabe repartir la riqueza de una forma equitativa entre sus miembros y, también, en la medida en que consume los recursos naturales -vegetales, animales y minerales- de una forma racional, sin perder nunca de vista el futuro, por el bien propio y del medio ambiente. Si esta misma sociedad, además, es capaz de fijar como prioridad el mantenimiento y la conservación de la riqueza bióti-ca, entonces, además de avanzada, será justa y ejemplar. La Naturaleza no se equivoca. Los millones de seres, los millones de especies que han mantenido a lo largo de los siglos una relación armoniosa con el cosmos han creado un ecosistema global terrestre, absolutamente maravilloso y sagrado; no en el sentido religioso o dogmático, pero sí en el espiritual. Un orden fruto de la colaboración entre individuos y especies, que se está viendo conducido al caos por las élites de la sociedad tecnológica y post-industrial.

En la vida de Gaia, la existencia del hombre podría ser algo así como un estornudo. ¿Vamos a seguir suicidándonos? Posiblemente, Gaia no nos necesita.

(The Ecologist. C/Merce Rodoreda, 36. 08193-Bellaterra (Barcelona). Tel. 93 692 6675 www.theecologist.net).


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