Cuando los primates se convierten en ceniceros

ADDAREVISTA 21

La importación de animales y productos CITES en España ha aumentado considerablemente en estos últimos años, tanto las importaciones con fines comerciales como los trofeos de caza. En un par de años, por ejemplo, de 1994 a 1996, se ha pasado de casi 370.000 ejemplares importados a casi 530.000. En cuanto a los animales más del 60 por ciento son aves psitaciformes: loros, cacatúas y cotorras, un 30 por ciento son reptiles: iguanas la mayoría pero también serpientes, camaleones africanos, algunos cocodrilos y otras especies. El resto son anfibios, insectos y algunas conchas y corales. La reexportación es un capítulo importante en lo que se refiere a manufacturas, como, por ejemplo, zapatos elaborados en España con pieles de reptil, marroquinería, ropas y pequeñas cantidades de manufacturas de maderas exóticas como guitarras y otros instrumentos musicales. Cuando el envío desde el país de origen se realiza sin la documentación que exige el convenio CITES, se interviene o decomisa la mercancía. En los primeros seis meses de 1997, el Servicio de Protección de la Naturaleza, SEPRONA, de la Guardia Civil, según datos ofrecidos por la propia organización, intervino casi 2.500 especímenes, básicamente mariposas pero también reptiles y manufacturas de marfil, caparazones de tortugas y otros animales disecados, incluídas patas de primates para hacer ceniceros. El comercio de marfil de elefante asiático está prohibido desde 1975, pero no así el de elefante africano, que se prohibió en 1990 y desde ese momento se pudo observar un incremento en el comercio de dientes de marfil de hipopótamo. Curiosamente, muchos de los países productores de estos animales que se exportan forman parte de los 135 países firmantes del Convenio CITES, por lo que estos países no sólo infringen la normativa nacional sobre protección, sino que también infringen las disposiciones del Convenio.

En cuanto a la entrada de estos ejemplares en España puede realizarse por cualquiera de las aduanas abiertas al comercio con países terceros. El aeropuerto Madrid-Barajas es el punto fronterizo más importante. El jefe de inspección veterinaria en la aduana confirma que no tienen competencias en el control de especies protegidas. Realizan, eso sí, la inspección de sanidad animal. Comenta también que, por lo general, las condiciones sanitarias de las partidas comerciales de animales CITES son buenas por su elevado coste intrínseco. En principio, la repercusión que tiene en los medios de comunicación el tráfico ilegal de animales CITES ha concienciado a los ciudadanos para que cuando hagan turismo no se arriesguen a traer animales exóticos en el equipaje. Sólo un diez por ciento de los decomisos proceden de particulares. Cuando los animales son intervenidos se plantea otro problema, puesto que no pueden permanecer más de 24 horas en las instalaciones aeroportuarias. Además, el estado receptor no tiene obligación de correr con los gastos de retorno. Es poco probable que estos animales, devueltos a su país de origen, vayan a ser reintegrados en su habitat natural. En la actualidad, si se trata de partidas comerciales, el importador se queda con los animales inmovilizados en sus instalaciones.

Las infracciones a la normativa CITES, como el contrabando o cuando la mercancía intervenida supera los tres millones de pesetas, deben ser sancionadas porque la infracción se convierte en delito. Se sabe que en Madrid existen tres centros de rescate que se hacen cargo de estos animales. De todas formas, parece ser que existe en estudio un Proyecto de Real Decreto sobre designación de centros para su recogida que se mantiene desde hace dos años. Este estudio se ha publicado en el número 187 de la revista Información Veterinaria a partir de la información que les proporcionó Paz Valiente, jefa de Area CITES de la Dirección General de Comercio Exterior.

 

Ong ADDA   -Mayo 2000


Relación de contenidos por tema: Conservacionismo


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