Cancún, más de lo mismo

ADDAREVISTA 42

Enero de 2011.—La 16ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el cambio climático que se ha celebrado en Cancún (México), a finales del año pasado, aparte de lo pomposo del nombre con que se presentaba ha sido, lamentablemente, más de lo mismo. O sea, una continuidad del fracaso con que concluyó el «no acuerdo de Copenhague», ya tratado en esta publicación (ver revista nº 40, o consultar en www.addarevista.org). No es posible pactar un nuevo acuerdo que sustituya al de Kyoto, que caduca el año próximo y que fijaba la reducción de la contaminación a la que se comprometieron 190 Estados. Eso sí, para disfrazar el fracaso siempre se aprueban acuerdos menores con ayudas a países subdesarrollados. Pero da lo mismo; aunque sean grandes los acuerdos nunca lo son para su implementación inmediata. Así llegado el plazo, pues… ¡se aplazan! La reducción de CO2 en la atmósfera —causa del cambio climático—, una vez más, deberá esperar: sus grandes productores, esto es, Japón, Estados Unidos, China y hasta Canadá, no podrán reducir sus emisiones del 25 % más allá de 2012.

«Ecologistas en Acción» —organización de la que forma parte Ong ADDA— en plena Conferencia lanzó una llamada desesperada y urgente a la representación española en el sentido de que continuar con el fallido Copenhague «significaría dar un golpe mortal al protocolo de Kyoto y asumir un aumento de la temperatura media global de cuatro a cinco grados centígrados con consecuencias sociales y ambientales catastróficas». La opacidad, el desprecio, y la insensibilidad que están mostrando los dirigentes mundiales respecto a la presión creciente que está soportando el planeta y las muestras inequívocas de respuesta a través de los fenómenos atmosféricos adversos parecen no importar a quienes en un lugar y tiempo destacado parecen más proclives a la mirada corta, a las presiones e intereses de los grandes sectores económicos que anteponen sus necesidades mercantiles inmediatas a lo que vendrá en el futuro.

¿Qué ocurrirá en un muy próximo futuro? De continuar así se llegará a un momento en que los habitantes del planeta Tierra tendrán que recomponer su forma de vida. Todos, absolutamente todos. Desde los países más ricos y supuestamente «avanzados» hasta los más pobres y subdesarrollados, porque el problema es universal y alcanzará a todo el globo terráqueo. La cuestión radica en el número de habitantes que pueden coexistir. Cada individuo es una partícula productiva en quien Estados y corporations ven una nueva posibilidad de ingresos, ya sea en forma de impuestos para el mantenimiento del sistema o de beneficios a través del consumismo. Ambos, Estados y multinacionales —las que actualmente rigen el comercio mundial—, concurren en la misma idea de la necesidad de un crecimiento continuado, sin límites. La crisis económica actual es un acontecimiento minúsculo, doloroso, pero pasajero. De no tomarse conciencia de la destrucción sistemática, programada y cada vez más tecnificada de nuestro hábitat… ¿hasta cuándo se podrá soportar? El mundo no se acaba en el siglo XXI, pero estos dos últimos milenios han sido tan espectaculares en cuanto a innovaciones, que si la presión del hombre continúa con este ritmo, nos condenará al desastre en el futuro. Se dice con displicencia… «que lo arreglen otros», pero es que los otros ya somos nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos. Y si, sin demasiada ciencia ficción, pensamos en una prospectiva de varios cientos de años, en cómo estará organizada la sociedad, en qué acciones coercitivas se habrán tomado o bajo qué organigrama forzoso se desarrollará la vida futura, parece sensato pensar que el concepto de libertad, se habrá trastocado definitivamente. La historia, ahora conocida, perderá importancia y la que prevalecerá será la que iniciándose en la revolución industrial se convirtió en revolución digital, a la que, definitivamente, hubo que acotar.


Relación de contenidos por tema: Conservacionismo


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