¿Ecocidio, en "Cala Montjoi"?

ADDAREVISTA 49

Son contrastes de la vida. Cuando los supermercados cada día ofrecen más platos cocinados, preparados, congelados y de otras formas, significa que la cocina casera está en horas bajas. Las madres que enseñaban a cocinar a sus hijas, trasladándoles el saber y los sabores, muchos de ellos con orgullosa exclusividad y remembranza de los ancestros familiares, compiten ahora en ocupar puestos de trabajo, en donde, muchas veces, superan a los hombres. Se ha entrado en una compleja situación para compaginar hogar, hijos, trabajo, asueto… y, como el tiempo transcurre y no puede alargarse, la cocina debe dejar espacio a otros menesteres.

Por contraste, cuanto menos se cocina en los hogares, más se habla de ella. De vinos, de maridajes —calificativo horrible—, de texturas, tempuras, demi cuits, carpaccios, etc. Los programas televisivos culinarios ya han escalado a los prime times. Los canales de pago con un canal específico y las radios también tienen que incluir en sus magacines la receta de turno. Sin olvidar libros y recetarios que se editan y progresan sin parar, especialmente si van maridados —perdón— con un buen fotógrafo que sabe darle el toque definitivo que logra aflorar ya los sabores en la boca del lector. También, con la globalidad y la inmigración, la incorporación en nuestro recetario de nuevas combinaciones cargadas de especias y un buen y variado arsenal de picantes. Sin dejar la obligada mención al sushi. Decir ahora que en la cocina ya está todo inventado suena a herejía.

La abuela hacendosa portadora de nuestras esencias culinarias ya es un recuerdo. Lo que priva es el chef estrella: en dos sentidos, como destacado y reconocido por su habilidad en los fogones y por sus facultades mediáticas. Un chef estrella debe estar «estrellado» y para ello se entra en un complejo mundo efectista de marketing, management, presiones, recomendaciones, insinuaciones, tanteos, seguimiento de inspectores, hasta alcanzar las preciadas estrellas de la Guía Michelín, que es la más antigua y prestigiosa, sin que por ello le hayan aparecido importantes competidores, dado el actual entusiasmo culinario fuera de los hogares. Pero tienen que ser estrellas a lo grande, no aquella honesta y solitaria estrella que significaba que, por precios asequibles, se comía y saboreaba el buen hacer de aquel propietario metido en fogones y preocupado por contentar a su clientela.

Ahora las estrellas tienen que ser king sice, el top cinco, que es lo que da un nuevo estatus a estos chefs que departen sus conferencias y reuniones por todo el mundo y que con su nombre van abriendo restaurantes a los que la no ubicuidad solo les permite identificarlos a través de la lejanía en unas cartas y unos acólitos que, en teoría, siguen sus consignas.

La cala Montjoi en peligro

En el cabo de Creus, el punto más oriental de España, se halla ubicada la cala Montjoi, en un remanso bellísimo de su lado sur, cerca de la población de Roses. Allí, de la nada, Ferran Adrià creó un imperio y el nombre de cala Montjoi y su restaurante El Bulli se hizo el más famoso del mundo. O sea, que el calado es importante.

Se da la circunstancia que el cabo de Creus, agreste, rocoso en su conjunto, escarpado y moldeado por la tramontana de siglos, es el lugar más protegido ambientalmente de Cataluña. En su momento, antes de su protección, se ubicó en su vertiente norte el Club Mediterraneé francés, dada su proximidad con Francia. Costó muchísimo deconstruir aquel complejo de pequeñas chabolas que afeaban el paisaje hasta dejarlo en su estado potencialmente original.

Decir el lugar más protegido de Cataluña significa que abarca todo el cabo de Creus; por ello, ahora el gobierno catalán se ve obligado, mediante ley, a modificar lo que está establecido. No obstante, si así fuese, crearía un precedente de nefastas consecuencias, dado que el peticionario, el Bulli Foundation, es un ente privado con clarísimos fines comerciales. Según esto, cualquier otra entidad o persona física se hallaría en las mismas condiciones para ir desprotegiendo los ya escasos lugares que quedan de gran valor ambiental y que el cemento ha ido transformando, algunas veces, con oscuros intereses de dudosa legalidad.

Sorprende ahora un cambio de ubicación, pues la idea del Bulli Foundation, en principio, gozó de una buena y general acogida, pues se deslocalizaba de cala Montjoi y se situaba en la población de Roses, un lugar marítimo que preside la amplia bahía, con un conjunto urbanístico amplio y desarrollado y un recinto amurallado de impresionante magnitud. El mismo consistorio debería sentirse orgulloso y apoyar el poseer en su municipio una entidad de gran proyección internacional. Pero los proyectos repentinamente se han trastocado, quizás por el recuerdo nostálgico de aquel restaurante que elevó a Ferran Adrià a la cumbre gastronómica.

Toda la preparación para la transformación de la cala Montjoi tiene una perfecta planificación. En el mismo Palau Robert de Barcelona, propiedad de la Generalitat, en donde se suelen presentar y publicitar eventos importantes, muchos de ellos institucionales, se presentaba en el mes de junio de 2014 el proyecto de Bulli Foundation situado en cala Montjoi. Un proyecto profesionalmente bien desarrollado, en donde a base de plantas lineales superpuestas en escalinatas se abarcaba, prácticamente, la mayoría de la extensión de esta pequeña cala mediterránea y que de los 1000 m2 del Bulli original, puede llegar hasta los 5000 m2.

La respuesta conservacionista no podía mantenerse al margen de un acoso flagrante al medioambiente. Dos importantes entidades, DEPANA y IADEN, convocaban sendos actos públicos informativos, primero en Figueras (Girona) y más tarde en Barcelona, denunciando el peligro inminente de la destrucción de cala Montjoi, a la vez que se abría campaña con un manifiesto al que se han adherido 21 entidades conservacionistas, entre ellas ONG ADDA y que ha llevado a DEPANA a entregar al Parlamento de Cataluña 75 000 firmas de repulsa a las que, como en todas las campañas por la inercia que se genera, más tarde se van incrementando

Cala Montjoi en el Cabo de Creus hay que conservarla para beneficio propio y de futuro. Cala Montjoi ni tiene —afortunadamente— accesos ni espacio suficiente para acoger a miles de visitantes. Y no tiene mejor acceso porque no lo necesita. Los accesos no tienen continuidad, lo que significa que es punto final de ruta. Significa que ampliar los accesos para facilitar la entrada de cientos de vehículos precisaría ya de por sí de un importante espacio para su aparcamiento. Tanto la presión humana como la mecánica, por la polución que esta produce, es otro de los factores a tener en cuenta. El hábitat natural de especies animales y vegetales del cabo de Creus es amplísimo, como lo testifica literatura escrita, avalada y documentada por la misma administración. Incluso es lugar de paso de cetáceos, siendo uno de los pocos espacios de Cataluña en donde se pueden observar avistamientos.

Ferran Adrià, un cocinero excepcional

La fama de Ferran Adrià crea un estatus que obtiene un reconocimiento político, pues un país prolijo de grandes chefs obtiene una preponderancia que cada nación quiere utilizar para mostrar ante el mundo su importancia y adelanto. Adrià ha sido un fenómeno en saber destacarse en todos los sentidos. Como creador, emulando a quien fue en su día Paul Bocuse, aquel francés que aportó le nouvelle cuisine, y que hacía la compra de mercado a diario, Adrià ha revolucionado, internacionalizado y expandido una nueva cocina de altísimo standing, que le ha llevado a ser reconocido mundialmente. Inteligente, como es, en el cenit de la fama cerró aquel restaurante que, por circunstancias de la vida, lo encontró en un lugar, también privilegiado, de Cataluña.

Trabajador incansable, creador y buen comunicador, en sus fogones nadie va a quitarte un ápice de su valía. Es ahora a quien se le pide un momento de reflexión para recapacitar acerca de este proyecto, el Bulli Foundation, pues en principio se habló de que se ubicaría en la cercana población de Roses, frente a una amplia bahía mediterránea, lugar eminentemente turístico, con la facilidad de encontrar lugares que encajasen perfectamente con su proyecto, reforzando así el buen nombre de la ciudad. Según recientes declaraciones de su alcaldesa, Montserrat Mindan, en TV3, la televisión catalana, manifestó en una entusiasta proclama que «utilizamos un método que tiene la democracia, que es la aprobación de una ley singular por el Parlamento de Cataluña para desarrollar un proyecto excepcional. Excepcionalidad, además, en que los terrenos no son públicos, son privados, no se paga nada con dinero público. Que son privados y que este proyecto va acompañado de una donación para todos los catalanes» (sic en catalán). ¿Para todos los catalanes? ¿Desistirá la alcaldesa de Roses de su alcaldía para serlo de una nueva en Cala Montjoi?

Pues como es particular y el alma visible del Bulli Foundation es Ferran Adrià, que recapacite y desista. Es a él a quien corresponde, sin renunciar a su ilusión, replantearse la ubicación hasta hallar otro lugar en donde poder desarrollar su trabajo, presencia y experiencia con la tranquilidad que se merece y el beneplácito de todos.

Como última reflexión, ¡salvemos Cala Montjoi en el Cabo de Creus! Quedan ya muy pocos lugares en la apretada y congestionada costa catalana para que las generaciones venideras puedan gozar de la naturaleza sin ser manipulada por la mano del hombre. Y qué decidirá el Parlamento catalán, en estos momentos políticos tan excepcionales… su respuesta puede ser definitoria.

Manuel Cases, Director.

 

Ong ADDA  -Diciembre 2014


Relación de contenidos por tema: Conservacionismo


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