Los buitres NO atacan al ganado -Jordi Gispert

ADDAREVISTA 59

La recurrente opinión, en los últimos años, de que el buitre es un animal depredador es falsa. Como ave carroñera, no está preparada para atacar ni puede, no en menos de milenios, desarrollar unas garras y un pico que se lo permitan. Los bulos de este tipo aparecen cada vez más en revistas cinegéticas y provienen, algunos, de la conveniencia de ganaderos que tratan de obtener indemnizaciones.

El buitre es un ave rapaz que comprende 7 especies en América y 14 más, como pueden ser el quebrantahuesos o el alimoche, entre Europa, Asia y África. Tiene una vista muy desarrollada, cuello y cabeza desplomados, un pico corto y curvado, una amplia envergadura que puede llegar a medir dos metros, gran capacidad de vuelo y unas garras planas, no prensátiles, incapaces de sostener o capturar a un animal, cosa que descarta ya de entrada la posibilidad de considerarlo un depredador. Los buitres aprovechan los cambios térmicos para sobrevolar extensas áreas y poder detectar reses muertas, de las cuales se alimentan. Su función ecológica es enorme, puesto que evitan la descomposición de los cuerpos fallecidos y la consiguiente propagación de enfermedades. Pueden, sí, aprovechar los partos para alimentarse de los restos de la placenta. Solo una situación de estrés y escasez de alimentos les puede llevar, como algunos han reportado últimamente, a aprovecharse de una situación de debilidad y acabar comiendo, en esas escenas de desesperación, a la madre y al recién nacido.

 

Reglamento UE 2002

España concentra el 90 % de las aves carroñeras de Europa. El reglamento emitido por la Unión Europea en el año 2002, a raíz de la enfermedad de las vacas locas, prohibía el abandono de animales muertos en el medio natural y obligaba los ganaderos a incinerar todo cuerpo fallecido, cosa que acababa provocando la emisión de una gran cantidad de gases de efecto invernadero. La medida, adaptada por las diferentes comunidades autónomas y revocada ya entre 2017 y 2019 en la gran mayoría de ellas, perjudicó seriamente a los buitres, además de otros animales, como osos o lobos, que también incluyen la carroña en sus dietas. Sus hábitats se modificaron y sus necesidades de alimento aumentaron. La alteración ecológica derivó en comportamientos de estrés que el lobby de la caza ha venido aprovechando para manchar la imagen de un animal que está muy lejos de ser un asesino.

 

Ataques e intereses

Roberto Hartansánchez, director del FAPAS, el Fondo para la Protección de los Animales Salvajes, una entidad con sede en Asturias que ya hace más de 30 años que trabaja en la zona de la cordillera Cantábrica, asegura que las últimas noticias falsas aparecidas sobre buitres comiendo ganado «persiguen solo el desprestigio, en connivencia de políticos y ganaderos, de todo aquello que tenga que ver con la conservación del patrimonio natural». Para ellos, añade, «el ecologismo o el animalismo son obstáculos que impiden expandir sus anhelos económicos y urbanizar, construir instalaciones o bien habilitar cotos de caza». Algunos ganaderos han buscado también con esas asociaciones falsas indemnizaciones por daño a sus rebaños. Siguen, asimismo, incrementándose las muertes de aves carroñeras a causa del veneno. Los pastores, sin darse cuenta de la importancia ecológica que desempeñan los buitres, aliados del bienestar de sus rebaños, se obstinan en considerarlos enemigos y rociar, por ejemplo, los cadáveres que les servirán de alimento, con tóxicos de todo tipo.

La revista de caza y pesca Jara y Sedal, con sede en Madrid, la más leída en España en su ámbito, con más de 10 millones de visitas anuales, es una de las publicaciones que más ha contribuido últimamente a asociar los buitres a una amenaza constante. La importancia biológica que tiene esa especie en la península ibérica, donde se pueden contemplar a la vez cuatro taxones distintos como el leonado, el negro, el alimoche o el quebrantahuesos, hace que los planes de protección hayan surgido con más abundancia, permitiendo que el número de aves carroñeras se haya expandido. Este hecho, sumado a la falta de alimento libre en el campo, ha desplazado poblaciones gregarias enteras que cada vez temen menos y se acercan más a los humanos, y también por consiguiente, a sus rebaños. El ganado muere por vejez, por un despeñamiento, a causa de un mal parto o cualquier enfermedad. Cada vez es más común, cuando esto ocurre, contemplar grupos de buitres a su entorno, comiéndose los restos. Asociar este comportamiento carroñero a ataques constantes no es difícil para quien quiere tergiversar o difamar con objetivos bien concretos. 

 

Diciembre 2019


Relación de contenidos por tema: Conservacionismo


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