Patentes sobre humanos. El hombre, cobaya forzoso

ADDAREVISTA 15

LAS CÉLULAS DE MR. MOORE

John Moore es un ciudadano estadounidense que sufrió un cáncer de páncreas a principios de los años 80. Afortunadamente, y gracias a unas inmunoproteínas especiales que su cuerpo consiguió crear, el enfermo se curó totalmente. Su médico, sin informarle previamente de sus intenciones ni del valor comercial de sus células, cultivó las células de su páncreas. Éstas fueron patentadas en 1983 por una compañía biotecnológica en la que el doctor poseía acciones. El caso llegó a los tribunales, frente a los cuales Moore reclamó compartir los beneficios que sus células generaban. En 1990, los tribunales fallaron a favor de John Moore por considerar que el genoma pertenece al individuo, le representa y da información sobre él, tanto como una fotografía o su nombre, lo que entra dentro del ámbito de la propiedad privada. Pero el Tribunal Supremo de Estados Unidos decidió finalmente a favor del doctor, pues se consideró que el paciente no tenía derechos de propiedad sobre los tejidos de su propio cuerpo. El Tribunal Supremo consideró que la investigación y el desarrollo biotecnológicos podrían verse retrasados si las personas tuvieran propiedad sobre sus tejidos: "El acceso a los tejidos humanos para la investigación es esencial para el progreso y la salud pública, y los médicos han de poder disponer libremente de ellos, sin tener que dar cuentas al paciente. De modo contrario se podría dar poder ilimitado a los particulares para inhibir investigaciones científicas que benefician a toda la humanidad". También se negó que las células extirpadas a Moore y las obtenidas a partir de aquéllas fueran las mismas.

VIOLACIÓN DE INTIMIDAD

John Moore declaró tener la sensación de ser sólo un pedazo de material patentable, y dijo sentirse traicionado por su médico, traición que, aunque reconocida por el tribunal, no fue tenida en cuenta. "No tengo derecho a usar mi propio código genético, mi carne y sangre, mi esencia humana. Invadieron totalmente mi persona, me violaron". Moore, que declaró no oponerse a la investigación científica, destacó que no veía dónde estaba el invento, puesto que su propio médico le había asegurado que el procedimiento utilizado con sus células consistía simplemente en alimentarlas y dejarlas crecer en condiciones óptimas en el laboratorio.
Este caso representa un precedente peligroso y abre un debate acerca de los diferentes intereses en juego y la protección de la dignidad humana. Sin duda es trascendental el estudio genético para avanzar en el terreno médico, pero resulta escandalosamente inmoral que los pretendidos científicos altruistas se fisgan multimillonarios y se beneficien particularmente a costa de un patrimonio genéti¬co que nos pertenece a todos, que es de toda la humanidad y de los diferentes organismos vivos con los que compartimos el mismo planeta. En el terreno de los derechos humanos, la posibilidad de que una sociedad anónima pueda ser propietaria de órganos, características físicas o información genética de miles de personas representa una negación de los derechos del individuo a una existencia libre del control sobre su cuerpo. Puede representar el aumento del tráfico de órganos y de las tendencias eugenésicas en medicina. La Universidad de Pennsylvania, por citar un caso reciente, pretende patentar una técnica que corrige los defectos en los espermatozoides para que el padre sólo transmita genes "sanos" a sus descendientes.

COMUNIDADES HUMANAS PATENTADAS

El departamento de Comercio de los Estados Unidos pidió en 1992 y 1993 la patente sobre células de indígenas Hagahai de Papua Nueva Guinea y las Islas Salomón, que son una comunidad de cazadores recolectores muy aislados que han tenido un contacto muy reciente con el Gobierno y los misioneros. Los técnicos estadounidenses extrajeron sangre a diferentes individuos para luego cultivar diferentes células y patentarlas. El Gobierno de las Islas Salomón ha presentado una queja al Gobierno de Estados Unidos para que se cancele la patente. Los habitantes de Limone, lago de Garda, Italia, también recibieron la visita de los extractores de sangre de la Universidad de Milán, quienes descubrieron en ellos un gen que hace disminuir el colesterol en su sangre, por lo que son menos susceptibles a los ataques al corazón. Oportunamente, la compañía italiana Farmitalia Cario Erba SL obtuvo la patente europea para producir estas proteínas alteradas, y, a su vez, los italianos las vendieron a los suecos.

GENES HUMANOS PATENTADOS

Algunos de los genes humanos patentados por diferentes multinacionales son el que codifica la renina y el de la relaxina (Hoffmann La Roche/Genetech), y los que codifican el interferón y la interleucina, en manos del gigante Hoescht. Los Verdes Europeos se han opuesto enérgicamente a estas patentes porque consideran que no se trata de inventos, sino de procesos descubiertos tras existir miles de años en el cuerpo humano. El científico francés Charles Auffrey, que trabaja en el Proyecto Genoma, entregó sus resultados a la UNESCO en París, acompañados por una declaración firmada por más de 200 científicos en la que piden que los resultados del Proyecto no sean patentados. La Oficina Europea de Patentes recibió una petición de patente que incluiría a seres humanos, en concreto una mujer transgénica, manipulada genéticamente para sintetizar determinados agentes biológicamente activos en la glándula mamaria, para después secretarlos en la leche y transmitir también su herencia a las siguientes generaciones. Aunque seguramente será rechazada, no deja de ser preocupante.


Relación de contenidos por tema: Experimentación


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