Objeciones al uso de animales en experimentación - Nuria Querol

ADDAREVISTA 20

1) OBJECCIONES ÉTICAS

Los animales más usados en laboratorios son los vertebrados. Poseen, como nosotros los humanos, un sistema nervioso que les permite sentir el dolor. Los humanos no son los únicos seres vivos que habitan en la Tierra y si como dicen los pro-viviseccionistas- somos tan superiores al resto de animales, se tendría que demostrar empezando por propugnar una ciencia sin violencia mucho más rigurosa. Son muchos los casos de asesinos en serie que descubrieron el placer de torturar en las clases de vivisección con animales, como es el caso de Jeffrey Dahmer (*11). No hay ninguna objeción cuando se trata de estudiar los animales en su hábitat natural, como los estudios de Diane Fossey y Jane Goodall, ni, tampoco, a los experimentos encaminados para ayudar a los propios animales, como las técnicas veterinarias no ensayadas.

2) OBJECIONES CIENTÍFICAS

En general, el término animal se refiere a cualquier animal no-humano. Se trata de una definición abstracta sin ninguna base científica. Recientemente el filosofo Jesús Mosterín en su libro «Vivan los Animales» en el capítulo Gemidos en el Laboratorio hace un amplio balance de personajes involucrados en la vivisección. La experimentación con animales nos ha llevado, en muchas ocasiones, a callejones sin salida, alejándonos de técnicas científicas más fiables y consistentes. Si las pruebas con animales continúan es a causa de la rutina y de los intereses económicos involucrados (*12). Muchas veces, los experimentos con animales son reiterativos afectando a un elevado, e innecesario, número de animales. Se incumple, con ello, el artículo 7.3 de la Directiva 86/609 de la UE. Según el doctor C. T. Dollery en su libro «Riesgo/Beneficio de Análisis en Fármacos», dice que «los modelos animales son pobres e inexistentes» (*13). Dos tercios de quienes han obtenido el Premio Nobel de Medicina y Fisiología, instaurado en el año 1901, han utilizado métodos científicos que no incluyen el uso de animales (*13/1). El Doctor Charles Mayo, fundador de la prestigiosa Clínica Mayo norteamericana, afirma que «no conozco ningún avance científico que no haya podido ser obtenido sin la barbarie y crueldad de la vivisección» (*13/2)

El impresionante aumento de la esperanza de vida y la disminución de, la mortalidad en el siglo XX se ha debido a cambios en el estilo de vida, factores ambientales y mejoras sanitarias (*14). El 92 por ciento del descenso en la mortalidad ocurrió antes de la introducción de vacunas y tratamientos farmacológicos derivados de la experimentación con animales. Estos sólo supusieron un 3,5 por ciento del descenso de la mortalidad entre los años 1900 y 1973 (*5). La» Epidemiología -estudio del curso natural de una enfermedad en poblaciones humanas- ha permitido relacionar el exceso de colesterol con las enfermedades cardiovasculares. O el consumo de tabaco con el cáncer de pulmón. Hubo evidencias clínicas que relacionaban estos hechos, pero debido a que los experimentos con animales no lo correlacionaban (*16) no se impuso la obligación de figurar la advertencia en los paquetes de tabaco hasta mucho más tarde. ¡Los estudios con animales -no humanos- fueron considerados más fiables que las conclusiones en humanos!

Los tests en animales no son buenos predictores de lo que sucederá en los humanos. Más de la mitad de los fármacos que salieron al mercado entre los años 1976 y 1985, fueron considerados mucho más peligrosos en la práctica médica que en las pruebas hechas en animales, ya que producían graves efectos secundarios (*17). En los últimos años, sólo en Francia, se han retirado más de 500 medicamentos del mercado a pesar de haber superado los tests en animales (*18). Los intereses económicos hacen que, a veces, los viviseccionistas, utilicen argumentos tales como: "la relevancia de los tests en animales por lo que se refiere a humanos es desconocida o no ha sido establecida" (*19) y así comercializan productos que resultan cancerígenos en ratones, como el Fartutal (droga anti-cancerígena en humanos) o el Diane (tratamiento anti-acné). En juicios entablados por los efectos secundarios de fármacos o contra la industria del tabaco, puede constatarse como los mismos vivisectores admiten que los tests en animales no se pueden extrapolar al ser humano. De esta manera, ellos mismos desvirtúan los tests que tanto defienden cuando les interesa. Así, por ejemplo, en el juicio contra una empresa de tabaco por la muerte de una mujer que fumó su marca durante 43 años, el abogado pidió al presidente de la tabaquera que explicara el objetivo de unos experimentos que realizaban con ratones. «Se hacían para intentar reducir los tumores del lomo de los ratones» expresó Mr. Dey. «¿Tenía algo que ver con la salud o el bienestar de los seres humanos»? preguntó el abogado. «No» respondió. «Y, cuánto costó el experimento?». «15 millones de dólares» (2.175 M de pesetas = 13 M de Euros, aprox.). Ésta fue su respuesta.

Hay alternativas posibles al uso de animales en todos los ámbitos: en investigación básica, docencia, industria, etc. que ya se están introduciendo con considerable éxito en todo el mundo. A pesar de ello, aún existen grupos recalcitrantes, como la «American Medical Association» la «Americans for Medical Progress», que se dedican a promover la vivisección, cuando ésta no tendría que constituir un objetivo por si misma. Incluso, se han editado unas directrices internacionales mediante las cuales se pretende argumentar el beneficio de la vivisección (*20). Dentro de los colectivos que promocionan una ciencia sin violencia hay médicos, veterinarios, psicólogos, biólogos y otros científicos, que, evidentemente, también buscan conseguir el bienestar humano, además del de los animales. La dicotomía entre la ciencia entendida como beneficio humano y el bienestar animal no es tal.


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