Convivencia - Manuel Cases

ADDAREVISTA 25

Desde el ADDA a lo largo de los 25 años de existencia y esta publicación, hemos visto como han ido apareciendo otras personas y voluntades que conectando con el mismo interés y amor por los animales, han iniciado, y más tarde organizado, otras asociaciones para trabajar en su favor. Desde 1976 y en los años siguientes a la primera asociación que se constituyó en España para defender a los animales y más tarde aplicar el calificativo de bienestar, como transcripción del vocablo ingles welfare, otras personas, todas ellas formadas o relacionadas con ADDA iniciaron su propia andadura, constituyéndose en asociaciones independientes. No hay que mirarlo como una competencia sino como un mayor campo de acción que permite también llegar a más gente pues éste es el objeto de la causa que se defiende.

Dentro de las primeras juntas de ADDA surgió, quizás por las inercias dentro del campo de las protectoras con sus refugios que atendían a perros y gatos, la tentación de abarcar “el tocar” animales y por lo tanto entrar en un campo que ya estaba suficientemente trillado. Se decidió, no sin que parte de la Junta se separase para iniciar este otro camino, que si se quiere desarrollar una actividad nueva en este sentido pues entraban temas desconocidos para el gran público hasta entonces, como era la vivisección, los cosméticos, la utilización de pieles, los animales de abasto, los toros, las fiestas pululares... etc. lo mejor era “no tocar” animales y simultáneamente volcarse en el apoyo, consejo y ayuda en cuanto a la buena marcha y apoyo a los refugios.

Con el tiempo, y no precisamente por las limitadas posibilidades de ADDA sino por el esfuerzo y el trabajo de todos estos grupos y entidades a favor de los animales, aunado con el indiscutible avance de la sociedad española a la que ha influido la paulatina integración en la Unión Europea con la apertura de fronteras y comercio y la interconexión que, poco a poco, está impregnando de un cierto sentir unitario entre todos los europeos, la población española empieza a conocer el mensaje de respetarlos y gran parte de ella, como muestran las encuestas, se decantan por su defensa a fin de evirtarles abusos, torturas y sufrimientos.

En el último lustro, ya son otras organizaciones las que aparecen y no tienen porque mirarse en el espejo de ADDA sino en el sentir que existe entre la sociedad y deciden, con mayor o menor fortuna, iniciar esta difícil labor de ayudar a los animales. O sea, entre todos, en los años precedentes y sin olvidar la evolución de la sociedad, se ha ido allanando y preparando un clima más propicio a obtener mejores resultados y ciertos éxitos. Si comparamos la dureza y la esterilidad de los años iniciales, en que los defensores de los animales eran tachados de gente rara e iluminada, en la actualidad, parece que más que unos decenios han pasado siglos. En resumen, quien se incorpora, ahora, a la causa del animalismo desconoce todas las penalidades anteriores; pero no por desconocerlo tiene que dejar de reconocerlo, agradecerlo y tenerlo muy presente en su nueva y recién llegada presencia.

Ya se sabe, y se ha expresado en esta misma publicación, que al no existir una enseñanza reglada del animalismo, o sea el no poder obtener un titulo, el trabajo se debe a la vocación, valía y buena voluntad del principiante. Y aún que existiese este título al igual que en otras enseñanzas en las escuelas y Universidades, tan sólo se enseña a poder aprender el oficio; es al día siguiente que con la praxis y la especialización cuando se adquiere la profesionalidad, pues cualquier disciplina, como cosa activa y cambiante, debe ser renovada y puesta al día constantemente. De común, las actuaciones del principiante como son resultado de criterios subjetivos, se idealizan todo lo que se lleva dentro y, más tarde, se quiere o se propone implementarlo.

Quien llega por primera vez a la protección defensa y bienestar de los animales, debe, ante todo, hacer gala de prudencia, de modestia y de querer conocer y aprender de quienes les han precedido. Tendrá que compartir o hacerse espacio en un sector que, al igual de muchos otros de tipo político, comercial o religioso, está ciertamente ocupado o acotado con anterioridad. El animalismo lo permite pues el margen de maniobra es todavía, lamentablemente, muy extenso. Los animalistas son gente como todos los demás con sus defectos y sus virtudes, aunque existan quienes son más proclives a rodearse de una aureola de santidad no exenta de pontificar, egocentrismo y autobombo. Quizás han llegado a esta actividad por la satisfacción de realizarse después de haber fracasado en otras etapas anteriores de su vida y omnubilados por aparecer, repentinamente, en los medios de comunicación. Algo siempre inasequible y soñado con anterioridad, les hace entrar en una sobrecalificación personal donde se deja ya de pisar de pies en el suelo para proyectarse a alturas para las que no se está preparado.

Por regla general, en una visión retrospectiva, quizás todos los que sin titulo de animalista, pues ni se da ni se estudia, hemos caído en tales excesos pues, como humanos estamos sujetos a nuestras propias debilidades. Pero existe razonablemente un limite que es la convivencia mínimamente necesaria dentro del sector para que cada cual, en lo que le parezca y mejor plazca, pueda desarrollar sus actividades y sentirse más a gusto. La competencia, como humanos, siempre existirá pues es uno de los motores para superarse y mantenerse activos. Y de las miserias afloran después las virtudes. Otra cosa es cuando la competencia se vuelve feroz, excluyente y quienes, por recién llegados deberían mantener un tono de prudencia, envalentonados por aparecer en los medios de comunicación, sobrepasan ya todo umbral de moderación y se pasa descaradamente a la descalificación del contrario queriendo aparentar una falsa e hipócrita modestia para querer postergar a quien, con mejor o peor ventura, viene haciendo su trabajo con modestia y como puede, o cree.

Manifestaciones que, además, difunden y hacen creer que nuestro sector está en plena lucha fratricida, desorganizado y disgregándose para presentarse, luego, como salvadores de la causa. Desde esta publicación se ha expresado repetidamente que cuantas más organizaciones existan, más esfuerzos se sumarán en defensa de esta justa causa. Sumar, con espíritu de convivencia y respeto mutuo, ha de ser la fórmula para poder avanzar y hacer frente a todos los poderosos intereses económicos de que se están sirviendo de nuestros amigos los animales para explotarlos, torturarlos y abusar de ellos.


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