Palomas en la ciudad- Manuel Muñoz Peces –Barba Presidente de la SPA de Madrid

ADDAREVISTA 26

Durante el mes de abril de 2002 se celebraron en Madrid las “Jornadas Municipales sobre las Aves en las Ciudades”, organizadas por su ayuntamiento, que contaron con la presencia de Manuel Muñoz Peces-Barba, Presidente de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Madrid. A pesar de tener por tema esencial el de las aves en las ciudades, se centraron, especialmente, en las palomas, ya que las otras aves que conviven con el hombre, cigüeñas, gorriones o golondrinas, hasta ahora no han despertado preocupación al municipio. De hecho, las cigüeñas prefieren los espacios más abiertos para hacer sus nidos, o bien los pueblos y ciudades pequeños, y las golondrinas están desapareciendo de nuestro entorno urbano cada vez más polucionado. A continuación figura un amplio resumen de lo expuesto por Muñoz Peces-Barba

Las palomas, fueron, en un principio, adoptadas por el hombre como medio de comunicación y, más tarde, como “elemento decorativo” para nuestras ciudades. Ahora, el "urbanita" se siente molesto por su presencia que él mismo ha introducido, y se las culpa de destruir nuestros monumentos, de transmitir enfermedades y de constituir un peligro para el tráfico vial. Es frecuente encontrar en los periódicos la busca de culpables -las palomas- con artículos y titulares tales como: “Guerra a las palomas”, “Las palomas: plomo en las alas”, etc. Ciertamente las palomas pueden ser transmisoras de enfermedades, como casi todos los otros seres vivos. Sin embargo, no existe una estadística seria que indique que estas aves puedan suponer algún peligro para la salud humana. El Jefe del Departamento de Patología Animal del Ayuntamiento de Madrid expuso, por escrito, que el papel de estos animales en la transmisión de enfermedades infecciosas al hombre es muy limitado, y el Comité Mixto de la FAO/OMS aseguró en Roma, en el año 1959, que las palomas que viven en libertad en las ciudades, así como los estorninos y los gorriones no representan riesgo para la salud pública.

Con respecto a la afirmación de que las palomas provocan el deterioro de los edificios, no es serio culparlas, sobre todo si tenemos en cuenta que el hombre ha lanzado a la atmósfera desde 1985 unas 600 toneladas de gases contaminantes, y que la combustión de fósiles produce una gran variedad de gases nocivos: el dióxido de carbono, el dióxido de azufre, el monóxido de carbono y el óxido de nitrógeno … que han provocado, además de una considerable reducción del oxígeno de la atmósfera, la corrosión de piedras y la oxidación de las estructuras metálicas. Y los países que pretenden regir el mundo, como los Estados Unidos, han decidido, por puras razones económicas, no hacer nada para rebajar el impacto que sobre el medio ambiente tiene la actividad industrial humana. Durante la conferencia se citaron varios ejemplos, entre ellos el caso francés en el que en un sólo departamento se liberaron durante el año 1989, doscientas mil toneladas de anhídrido sulfuroso, que destruye el zinc, corroe los hierros, ataca la pintura, las piedras y perjudica la vegetación y es dañina para el aparato respiratorio del hombre. Así pues, carece de sentido acusar a las palomas de destruir monumentos, edificios y dañar ciudades, cuando el hombre es capaz de destruir en poco tiempo edificios que han resistido llamada dañina acción de las aves.

También se dice que las palomas estropean los jardines. Lo cierto es que la fuerte sequía que suele azotar a la Península en los meses de verano exige un gran cuidado del césped urbano y que, por este motivo, está prohibido pisar. Esta norma no se respeta en absoluto; y los ciudadanos campan a sus anchas pisando la hierba allí por donde pasan. Es eso lo que estropea realmente los jardines, que en muchos lugares están perdiendo su verdor y su vistosidad. Tampoco podemos estar en contra de que las aves aniden en los árboles; antes bien, tendríamos que estar satisfechos que nuevas vidas, salidas de lo urbano, alegren nuestros parques y jardines. Lo que no puede el hombre es impedir la correspondencia fito-biológica que forma parte del normal desarrollo de la Naturaleza.

Lo que sí podemos considerar es que un exceso de palomas en la ciudad puede ser, sobre todo, peligroso para ellas mismas, por la falta de alimentos y lugares de refugio y pernocta. Ello nos conduce a considerar cuál es el método más adecuado para llevar a cabo una reducción; desde luego no el que empleó el Ayuntamiento de Barcelona, método inconcebible en el siglo XXI, con la captura de miles de palomas para gasearlas. Se trata pues de adoptar nuevas estrategias basadas en la lógica y en el respeto a la vida y al entorno, sobre todo teniendo en cuenta que la Ordenanza de Protección del Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid, actualizada el 26 de julio de 1996, en su artículo 210 prohibe expresamente cazar o espantar a las palomas. La primera medida, según el presidente de la SPA de Madrid, es suprimir los festejos de “suelta de palomas “ con motivo de tal o cual enlace matrimonial o toma de posesión. A esto habría que añadir el suministro de productos anovulatorios, o grano anticonceptivo como se está llevando a cabo actualmente con pleno éxito en la ciudad de Florencia (Italia), y la construcción de palomares ecológicos que permiten cambiar los huevos por otros postizos en lugares ajardinados y, si los arquitectos y promotores tomaran conciencia de ello, integrarlos en las nuevas edificaciones.

Si se acepta la fórmula -la única por el momento- de la alimentación con piensos tratados, habrá que estudiar detenidamente las rutas de avituallamiento de estos animales. Son varios los laboratorios que fabrican estos productos. Primero se pensó en el “Ornisteril”, pero no se produce en España y su elevado coste es un obstáculo para su utilización en amplias campañas. Existe, sin embargo, un maíz tratado con azacholesterol que, según los veterinarios, no tiene efectos secundarios sobre la vida del ave. Y para facilitar el efecto positivo del suministro de estos productos, hay que tratar de concienciar al ciudadano para que no alimente a las palomas en lugares que las alejen de su itinerario habitual. Mientras tanto, se pueden impregnar o untar las barandillas de los balcones, repisas o fachadas con productos especiales que espantan a estos animales sin producirles ningún daño. Hay que tener presente que la mayoría de quejas que se presentan en los organismos municipales no proviene de muchas personas, que hacen de la queja un hábito.

El hombre introdujo a las palomas en su entorno urbano y debe ahora responsabilizarse de su cuidado y protección. Tal y como dijo Einstein ”el fin supremo de la persona es ayudar al resto de seres vivos”. De ello depende, en gran medida, nuestro devenir evolutivo.


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