Francia, la ruta del palomar

ADDAREVISTA 28

La paloma, considerada en la antigüedad símbolo de divinidad y sujeto de veneración, tuvo también un papel relevante durante varios siglos en Francia. El número y la variedad de estilos constructivos y arquitectónicos de los palomares, que todavía, en la actualidad se conservan en el país galo, constituyen por sí mismos el testimonio más evidente de la importancia que esta ave tuvo en la historia del país.

Las palomas así como la construcción y posesión de los palomares gozaron de un estatus especial que se prolongó hasta después de la Revolución Francesa. El interés por las palomas y la exclusividad de determinados privilegios para su cuidado y mantenimiento obedecía a varias razones e intereses entre las que destacaba especialmente la recogida y utilización de sus excrementos (palomina) muy apreciados y valorados como abono en la agricultura. Las regiones vinícolas rrancesas, tan extendidos sus viñedos y valorados sus caldos, gozaron de la reconocida y valiosa cualidad de este abono excepcional. Así pues, la colomina, abono parecido al "guano", (excrementos de las aves marinas) de las costas e islas de Chile y el Perú que lo convierten en una de sus riquezas naturales, fue utilizado como el abono de mayor eficacia en Francia durante los siglos XVIII y XIX.

Relacionados con las explotaciones agrícolas de aquellos tiempos, la construcción y posesión de un palomar se encontraba rigurosamente regulada dependiendo de la región. Significaba un privilegio reservado a las altas clases sociales. Mientras en las regiones del norte de Francia la posesión de un palomar era un derecho reservado a los grandes señores, en el Sur las dimensiones de un palomar iban en proporción de la extensión de tierra de sus propietarios. Este derecho exclusivo del uso de los palomares a las clases sociales altas fue abolido en Francia después de la Revolución. A partir de entonces se popularizó e incrementó su construcción estando las palomas, los palomares y la palomina al alcance de cualquier ciudadano. Quizás las palomas ayudaron a sedimentar los nuevos derechos de la plebe y con la Liberté, Egalité, Fraternité revolucionaria, contribuyeron a la democratización de esta poderosa nación.

Con la aparición de los abonos químicos, la producción de la colomina empezó a caer en declive y, por consiguiente, también la construcción de los palomares; los vinos franceses ya no serían los de antes -a excepción de las grandes marcas- y han tenido que pasar muchos años para volver a la utilización de abonos naturales para la aparición de los vinos orgánicos (biológicos) que ya tienen en Francia un mercado importante. La riqueza arquitectónica de los palomares, cambiante según las regiones, se ha podido todavía salvar, restaurándose muchos de ellos que ahora se conservan formando parte del patrimonio de la arquitectura popular francesa.

Otros se han perdido para siempre, pero los que se mantienen en pie, aderezados y rehabilitados, casi todos sin sus moradores originales de antaño, continúan, con este sentido tan comercial, de los franceses, siendo motivo de nueva riqueza pues mueven gran número de visitas turísticas que sabia y comercialmente combinan: visita a los palomares, cata de vinos y degustación gastronómica. Una oferta realmente atractiva.

Desde los palomares de estructura ligera de madera, sobre pilares también de madera que se construían en la región de la Gascogne en el siglo XVIII, hasta las torres redondas o cuadradas de piedra, se encuentran también combinaciones mixtas o integrales de: madera, ladrillo, adobe y piedra. Aunque la mayoría de los palomares son construcciones aisladas en medio del campo, y elevados en altura con el fin de facilitarles la tranquilidad necesaria que estimulase su crianza, también se pueden encontrar insertados en las fachadas de edificios nobles y granjas, o ubicados en la entrada del corral asumiendo un papel simbólico de torre de defensa.


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