En recuerdo de Steafan Ormrod - Carmen Méndez

ADDAREVISTA 15

"Muy a menudo el problema no es el dinero. Se pueden mejorar las condiciones de los animales con cosas sencillas y baratas: sólo es necesario interés, buena información y una dosis de imaginación por parte de quienes dirigen y gestionan los zoos". 

Con esta resumida explicación Stefan Ormord nos sintetizaba, mientras visitábamos en noviembre de 1994 el Zoo de Barcelona, sus conocimientos y vasta experiencia, resultado de muchos años dedicados al estudio y la práctica diaria de convivencia con la vida salvaje en cautividad.

"Las instalaciones deben ser sencillas, simples, para que puedan ir transformándose..."

El primer encuentro personal con Stefan había sido el día anterior, a mediados de noviembre. Durante las semanas anteriores, nuestro contacto fue a través de la correspondencia, el fax y el teléfono. La razón de nuestro encuentro se centraba en la colaboración en un proyecto internacional sobre Bienestar Animal. Acostumbrados a conocer y tratar a diferentes personas de países distintos, casi siemlos animales, no esperábamos encontrar en Stefan a un inglés tan "particular": su personalidad simpática, sencilla y decidida rompió el hielo en pocas horas, hasta convertir nuestro encuentro en una interesante y enriquecedora experiencia, difícil de olvidar.

El mismo día de su llegada la casualidad hizo que viésemos a Stefan por partida doble: TV3 de Catalunya emitía un programa producido por la BBC sobre zoológicos. La serie constaba de tres capítulos y, en uno de ellos, él era el nrincinal Drotaaonista. Como experto en zoos y en comportamiento animal había estado trabajando durante varios meses en el Zoo de Bucarest (Rumania) tratando de mejorar la deplorable situación de los animales allí ubicados, guiando al personal en su manejo y cuidado, y simultaneando esta labor con la dificultad de convencer e interesar a las autoridades, de quienes dependía el zoo, de la urgente necesidad de poner más medios al servicio de la institución.

"Es una ardua y difícil tarea" nos comentaba "casi todo va en contra: ambiente hostil, resistencia, desconfianza. Lo peor es cuando no desean entender... a pesar de todo las cosas han mejorado. Deberé volver unos cuantos meses, dentro de poco. Se me hace duro, pero es necesario".

Así era Stefan, acostumbrado a tareas difíciles. No era la primera. Sabía lo que era arriesgar y luchar por la defensa de lo que él consideraba una parte importante de la vida: los animales. Unos cuantos años de su vida habían pincelado sus conocimientos; un sello especial estampaba su formación al lado de otro personaje carismático y conocido: Gerald Durrell, con quien había iniciado su primera formación trabajando en el Zoo de Jersey, hasta llegar a ser su estrecho colaborador. Estudió, observó y cuidó de los animales hasta el punto de marcar en su mente recuerdos y anécdotas interesantes:

 "En contra de lo que mucha gente pueda pensar -nos decía-, los gorilas son mucho más pacíficos e inofensivos que otros primates como, por ejemplo, los chimpancés: Una vez, una niña, por imprudencia, cayó, y quedó situada en el espacio de los gorilas. Los padres gritaban, lógicamente alarmados; una de las hembras se puso en movimiento y se acercó directamente a la niña; inmediatamente, el macho, jefe del grupo, se interpuso, situándose entre la niña y la hembra de gorila en actitud tranquila y con los brazos cruzados, la protegió y no ocurrió nada. Casi siempre los accidentes ocurren por culpa nuestra: un fallo o un descuido. Si conoces la conducta de los animales es muy infrecuente que den sorpresas inesperadas, pero a ello contribuye el que vivan lo mejor posible, sin tensiones".

El primer golpe de vista al entrar en el Zoo de Barcelona fue hacia los primates, situados cerca de la entrada, y que ocupan unas estancias que se aislan del exterior por una pared de cristal. En el interior unos troncos comparten con ellos los habitáculos: "Las ramas están muy gastadas; eso impide que los monos puedan cogerse..." Efectivamente, estaban muy desgastadas por el mismo uso que los primates le daban; era obvio que si bien al público ese detalle le podía pasar desapercibido, no debía serlo para el personal del Zoo, que eran quienes las habían puesto y podían apreciar la necesidad de cambiarlas por otras. Sin duda, no era un problema de coste y sí, en todo caso, de apatía o desidia.

En las instalaciones de los gorilas, Stefan no hizo sino reafirmar lo que ya sabíamos -"la situación es terrible"-. Esta era una apreciación fácil de deducir para un simple observador que recuerde la frondosidad de vegetación en la que se desarrollan y viven los gorilas en estado natural en la selva, si la contrasta con el espacio de cemento y las paredes, que tienen losetas de cerámica como elemento decorativo, igual que si de un cuarto de baño se tratara. En medio de ese pequeño espacio desértico, los gorilas destacan por su atonía y aburrimiento, soportando las burlas y los imitadores habituales entre el público que intenta captar su atención, muy a menudo "haciendo el gorila" mientras ellos aparecen en una actitud indiferente. " 

Los animales no deben estar pendientes de la gente, deben divertirse por ellos mismos. Necesitan estar ocupados, y hay cosas muy sencillas y económicas que cumplen muy bien esta función"."La paja de las instalaciones de los ciervos no debería estar en el suelo, así se llena de parásitos, que perjudican la salud de los animales, habría que cambiarla de sitio..." Un detalle tras otro, íbamos conociendo, comprendiendo, las deficiencias y necesidades que podían hacer de ese pequeño universo lleno de seres privados de libertad, absorbidos por la monotonía, un lugar un poco más soportable y menos aburrido para sus forzados moradores.

Stefan Ormord había colaborado durante varios años como directivo de diferentes zoos británicos. Desilusionado por el concepto de los zoos actuales, optó, finalmente, por trabajar con la Real Sociedad Británica de Protección de los Animales, RSCPA, como responsable del departamento de animales salvajes. Desarrolló una importante labor en la elaboración de la ley británica sobre zoológicos del año 1981. En 1984 fue galardonado con la beca Churchill para el estudio sobre el desarrollo más humanitario de los animales en cautividad.

"Es imprescindible para muchos de estos animales cautivos disponer de varios ambientes en la misma jaula, así pueden optar, según sus necesidades y estado de ánimo, por el más adecuado"... "los titís, -refiriéndose a los del Zoo de Barcelona- están en pésimas condiciones, necesitan aire, luz, las vitaminas que proporciona el sol".

Al día siguiente, visitamos junto a Stefan un segundo zoo, en Alicante: el Safari de El Vergel. Estaba muy interesado en conocer el estado en que se encontraba uno de los dos elefantes del zoo, que habíasufrido una tremenda mordedura de un hipopótamo -"los hipos tienen una fuerza formidable en las mandíbulas"- con el que compartía su terreno, según imágenes aparecidas en la televisión de la BBC. El elefante no estaba, sólo había uno. A nuestras preguntas respondieron, con evasivas, que lo habían trasladado. Más tarde el mismo safari reconocería su muerte. Aparte de los leones, que en general estaban en buenas condiciones, quedó muy impresionado por una isla artificial de cemento llena de monos y con un agua circundante pestilente. Pero lo más desagradable para todos fue el ver en la destartalada galería de reptiles cómo a una serpiente de gran tamaño le habían puesto en su reducida jaula un conejo vivo, blanco, que acurrucado en un rincón presentía que sería devorado en breve. Fue una imagen y un recuerdo indignantes para todos. Stefan nos explicó: "Sólo contadísimas especies necesitan animales vivos; la mayoría de ellas pueden pasar con animales muertos. Este mito debe acabar. En el zoo de Londres se les dan muertos desde hace años. Es cuestión de las condiciones, especialmente la temperatura ambiente, con que se tiene a las serpientes".

Era evidente que los zoos españoles, al igual que otros muchos zoos del mundo, necesitan un nuevo planteamiento. "Cuando trabajo -una labor cuyo fin es aliviar el sufrimiento de los animales en los zoos- en países como los de la Europa del Este, me cuesta mucho reconciliarme y aceptar la imagen de los nuevos zoos que se está promocionando. He visto a un tigre hembra de Sumatra encerrada en una celda de cemento, a un hipopótamo pigmeo achicharrarse en el calor del verano sin posibilidad de beber agua, un lobo de cuyo pene infectado caían gotas de orina mezcladas con sangre, sin que ningún veterinario le atendiese, un par de chimpancés que habían sido encerrados durante tanto tiempo que finalmente tenían problemas para escalar, un elefante asiático encadenado a un sitio durante seis meses. La lista de horrores es interminable". "Normalmente, este tipo de sufrimiento no lo encontramos en los países occidentales, pero un atento examen nos revelará multitud de problemas, especialmente de tipo comportamental, en los animales encerrados".

"Debido a una mayor concienciación respecto a estos problemas, en los últimos años, y gracias también al gran número de documentales, programas televisivos, libros y revistas sobre bienestar animal, la gente ha empezado a perder interés en los zoológicos". ..."antes de empezar a hablar con entusiasmo sobre el valor de los programas de conservación de animales criados en cautividad, es indispensable empezar un programa radical de reforma de los zoológicos".

"Este programa debería incluir una estrecha colaboración entre los mejores zoos del mundo y las Organizaciones de defensa y protección animal, muy a menudo despreciadas por los directivos de los zoos, impidiendo cualquier tipo de reforma significativa. Irónicamente, mi trabajo en los zoos de los países en vías de desarrollo, donde intento aliviar el sufrimiento que padecen los animales dando un nuevo sentido a estas colecciones, recibe fondos de organizaciones como la Born Free Foundation y la WSPA".

No tan sólo la vida salvaje y los zoos formaron parte del compromiso de este singular defensor de los animales. Trabajó, también, durante varios años como uno de los directivos de la Asociación inglesa Lynx -contra el uso de las pieles-, y en esa labor perdió parte de su patrimonio personal.

Quienes mejor le conocieron coinciden en resaltar que Stefan fue internacionalmente reconocido y respetado por su tenacidad y fuerte determinación. No alcanzó el estrellato de un Durrell o un Travers por ser persona más cerrada dentro de sí misma y de sus problemas. Quizás esa misma introversión, acrecentada por situaciones familiares y personales, le llevó a decidir, el pasado 20 de Marzo de 1995, poner fin a su vida. En menos de un año se han producido otras dos importantes pérdidas: la de Bill Travers, actor y fundador de "Nacida libre", y Gerald Durell, fundador del zoo de Jersey. Los tres amigos, colaboradores unidos por la labor en pro de la vida salvaje y por su lucha contra el actual concepto decimonónico de los zoos, abrieron horizontes para un mejor futuro de los animales en cautividad.

La muerte de Stefan quizás le habrá proporcionado a él su liberación, pero quienes necesitábamos de sus enseñanzas y conocimientos nos hemos encontrado, súbitamente, desprotegidos. Hasta aquí ha llegado su decidida y tenaz huella, que merecía una más larga continuidad.

En nombre de todos los que amamos a los animales y trabajamos por ellos, ¡siempre te recordaremos!


Relación de contenidos por tema: Personajes


Temas

Haz clic para seleccionar