El cruel negocio de las corridas de toros se encuentra en España en su punto más bajo de popularidad y cada vez está más acosado. Sin embargo el Consejo Superior de Veterinarios de España, al que esta publicación y The Bull Tribune (www.thebulltribune.org) ya se han referido, parece estar sumido en una plácida ignorancia y sigue con su empecinamiento de querer hacer creer que todos los veterinarios son taurófilos o se interesan por las corridas. Aunque no es cierto es una creencia que se intenta mantener por la herencia de quien durante muchos años -demasiados- fue presidente del Consejo.

Como era importante poner un acento pseudo científico en el toro bravo -la víctima inocente- se celebró en Zafra (Badajoz) el VII Symposium del Toro de Lidia, “con gran asistencia de público” según sus organizadores. Pretendían unificar criterios, es decir, encontrar argumentos desde lo inimaginable, para consolidar algo que esgrimen los defensores de las corridas y que nadie con un mínimo de sentido común puede creérselo: que los toros por su morfología no sufren durante la tortura a la que se ven sometidos.

Las conclusiones a la que llegaron no tienen desperdicio. Resulta que el toro presenta “un mecanismo especial de adaptación al estrés” porque sus perfiles hormonales son menores que los de otros vacunos en situaciones que denominan “de manejo”, es decir, “plena tortura de la lidia”. Pero no termina aquí. Hay que encontrar más argumentación. Resulta que los niveles de beta-endorfinas son superiores en el toro comparándolo con otro animal o el hombre, lo cual se traduce según los asistentes al simposio en “un menor sufrimiento durante la lidia”. Es extraordinario que aún se admita alguna clase de sufrimiento cuando quizás se podría decir que el toro, por instinto natural, sabe que lo han criado para este fin y va contento a encontrar la muerte mediante la tortura para lucimiento del torero y hacer las delicias de los aficionados.

Quizás sería el momento de contrastar los resultados del simposio de Zafra con un comité internacional de veterinarios de reconocido prestigio para que aclarasen, y les explicasen, el grado de estrés y sufrimiento que sufre el toro durante la lidia.