Veterinarios - Manuel Cases

ADDAREVISTA 37

Es más que frecuente, a lo largo de los años de existencia de ADDA, recibir visitas de jóvenes que se acercan a la asociación llenos de ansias de ayudar a los animales y trabajar por su bienestar. Es la edad propicia para buscar un cauce hacia su futura profesión, pues con ella quieren encauzar este deseo. Creen que cursando sus estudios en Veterinaria -o también Biología- podrán ver compensado, de mayores, este deseo. La contestación o el comentario que reciben en ADDA debe ser, ante todo, prudente para no producir desánimos y, lo que es más importante, no quebrar futuras generaciones que aporten a la profesión un concepto profundo de su razón de ser como profesionales imponiendo una deontología más acorde con el verdadero espíritu de lo que se entiende por bienestar animal.

¿Ser veterinario es ser defensor de los animales? Lamentablemente, no. ¿Algunos veterinarios son defensores de los animales? Afortunadamente, sí. La profesión compartimentaliza varias especialidades que bien poco tienen en común y por otra parte, a pesar de ser sus pacientes los animales, este concepto se pierde a veces por la imposición de la presencia de un veterinario en un cierto lugar respondiendo más a un funcionariado que al desarrollo de una libre profesión. Deontológicamente los veterinarios tendrían algo que en la mayoría de los casos no es así. Los veterinarios tienen que estar presentes, obligatoriamente, en todos los mataderos y en todas las corridas de toros. Sin su presencia no existirían las corridas. En los mataderos velan por la higiene, estado físico del animal y cumplimiento de la legislación, todo ello con vistas a que la carne para el consumo humano esté en buenas condiciones para ser consumida; pero cuando un veterinario intenta o se excede en una visión de mejorar las terribles condiciones de sus condenados, empiezan para él los problemas y la inestabilidad en su puesto de trabajo. Quienes, voluntariamente, están presentes en la lidia de toros tienen, la mayoría de las veces que hacer la vista gorda por lo reiterados y flagrantes incumplimientos del reglamento en temas tan extendidos como el afeitado de las astas, el dopaje, las diarreas, etc., etc.

También se convertirían en profesionales incómodos, con los mismos resultados laborales que los primeros. Otro colectivo, importante, es el de aquellos que atienden a los animales de compañía en sus clínicas privadas. En esta ocasión sí que ejercen una profesión liberal, siendo, por tanto, responsables de su propio negocio -es un negocio lícito como tantos otros-, con los riesgos o éxitos que conlleva su desempeño.

Este conglomerado de situaciones tiene que verse representado en los colegios profesionales de cada área geográfica -si bien a nivel estatal todos ellos se hallan representados en el Consejo Superior-. Y dentro de estos colegios, quienes los dirigen impregnan sus aciones con sus sentimientos, creencias, especialidad o personalismos, y olvidan que están representando a un colectivo ampliamente sectorizado y que sus juntas directivas deben, ante todo, mantener la buena imagen y el buen nombre de la profesión haciendo abstracción de preferencias personalistas y elevándose a cotas superiores a fin de evitar que los árboles no les dejen ver el bosque. Tenemos un caso flagrante a nivel del Consejo Superior: el Dr. Borregón, quien fue su presidente durante muchísimos años. Impregnado de una pasión taurófila, hacía ver, a nivel del Consejo, que toda la profesión quedaba extasiada ante las excelencias de las corridas de toros. No era, ni mucho menos lo que ocurría en el colectivo. Quien le sucedió, el Dr. Badiola, persona de innegable prestigio, pareció, al principio, querer desmarcarse, en repetidas manifestaciones, de esta presión taurómaca; hasta el punto de llegar a declararse poco o nada aficionado a los toros. Más tarde se ha visto cómo ha tenido que claudicar y participar en eventos pro-toros.

EL COLEGIO DE VETERINARIOS DE BARCELONA

Con el cambio a una nueva Junta y los tres años ya de suficiente rodaje -el próximo 2004 habrá nuevas elecciones-, se está comprobando por sus escritos, actuaciones y notas de prensa que se da preferencia a los temas de los animales de compañía, olvidando al resto de la profesión dedicada a otras parcelas, y que esta atención primordial no corresponde con lo que debería ser una buena praxis animalista, pues dentro de la parcelación del colectivo, precisamente este área debería ser la más volcada en su bienestar.

Recientemente, la Federación de Entidades pro Derechos de los Animales y la Naturaleza, FEDAN, con motivo de la concesión de sus Premios en su X edición, les otorgó el Premio Edad Media por "poner trabas con el Archivo de Identificación, inmovilismo y exceso de corporativismo"; todo ello referido a los animales de compañía, lo que, parece por el momento, ser su mayor dedicación. Sin embargo, no parece tener las mismas inquietudes ante las noticias aparecidas recientemente en la prensa acerca de la situación de sus colegiados que trabajan en los mataderos y las presiones que, desde hace años, están soportando.

Ong ADDA -Diciembre 2008


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