Negrito y su amigo - Carmen Méndez

ADDAREVISTA 2

Negrito es un perro mestizo, espi­gado, de corto flequillo y mirada in­teligente. Su dueño, o mejor, su compañero, es hombre de avanza­da e infinita edad; bajo de estatu­ra, cuerpo menudo, camina con mucha dificultad por el peso de los años y la limitación de su escasa vi­sión que implica unos gruesos y enormes cristales en sus gafas que invaden gran parte de su pequeño y pulido rostro.

Negrito y Señor perfilan dos fi­guras familiares, entrañables; son inseparables amigos. Negrito ha compartido toda su vida con él. Diariamente pasean cumpliendo los inexcusables requisitos urbanos, compartiendo aire, polución y rui­dos callejeros. Negrito no es un mestizo alocado y juguetón como otros, ¡no!; a él le ha tocado com­portarse más responsablemente: sabe que su dueño, amigo, compa­ñero de piso y paseo, realiza un es­fuerzo diario para complacerlo; su amo se asea, se afeita, se peina y vis­tiendo su pulcra y limpia america­na, lo baja lenta y pausadamente, arrastrando sus cansinos pies y ar­queadas piernas.

Negrito, que intu­ye cabalmente el sacrificio y quiere profundamente a su amigo y com­pañero de vida, camina a su lado protegiéndole, impuesto de su no­ble responsabilidad canina, atento y vigilante a los movimientos de su dueño, adaptando su paso a la mis­ma cadencia, arqueando miméticamente sus patas. Su estampa es la de un cohesionado equipo, sincro­nizado y compenetrado cual pare­ja de viejos enamorados.

Negrito evita que, por su causa, su amigo deba realizar esfuerzos dificultosos; por eso vigila que su correa no tire..., camina cinco o seis pasos y paciente se detiene. No ha de ser motivo de carga ni fatiga para las cansadas piernas de su dueño; no le importa no poder correr, no des­vía su atención hacia otros canes: su compañero es primero y requie­re toda su atención.

Toda su cani­na ternura,amor e inteligencia flu­yen de su peluda cabeza como sin­cero regalo de amistad y lealtad a quien tan amorosamente le cuida y acompaña.Negrito y Señor son dos persona­jes de mi barrio —un barrio más de ciudad—; son personajes que hu­manizan el ruidoso ambiente urba­no.Los dos se quieren, y acompa­ñan su vida con envidiable solida­ridad. Los dos enseñan. Y, los dos tienen motivos para seguir vivien­do. Observándolos, se me ocurre: ¿cuántas personas desconocen la fortuna de poder compartir su incomprendida y anciana soledad con amigo tan comprensivo? ¿Cuántos canes son abandonados,sacrifi­cados, sin la oportunidad de poder ofrecer su amorosa compañía y fi­delidad? Sin embargo, Negrito y el Señor se encontraron. Son dos se­res afortunados: no imagino a uno sin el otro.

 

Ong ADDA  -Abri/Junio 1990


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