Lucas: enero de 1992 a enero de 1999- Antonio Toscano Pinzón

ADDAREVISTA 21


A QUIEN FUE UN GRAN AMIGO, SIN PEDIR NUNCA NADA A CAMBIO

"Lucas" nació en 1992, fruto de un cruce de un husky siberiano y una perra mestiza. A la temprana edad de seis meses fue abandonado por su familia humana, integrada por gente "aparentemente normal" que se cansó del lindo cachorro que en su día había decidió acoger y que, además, había desarrollado una úlcera en su ojo derecho que le daba un aspecto "desagradable". El pobre "Lucas" fue a parar, entonces, a manos de un campesino sin escrúpulos, recomendado por un miembro de la familia, que lo mantuvo amarrado a una pared con una cuerda no más larga que su propio cuerpo. Allí malvivió un tiempo a base de soportar calamidades de todo tipo, tanto climatológicas (estaba sin cobijo alguno) como alimenticias (pan duro y huesos), y, por supuesto, las consabidas carencias a nivel afectivo e higiénico-sanitario. Mientras tanto, "Lucas" perdió la visión de su ojo derecho y contrajo una enfermedad de la piel que lo convertía en un perro condenado a la marginación.

El campesino debió pensar que antes que sacrificarlo, sería mejor abandonarlo, y con ese cruel convencimiento, se fue un día al pueblo más cercano para dejar a Lucas a su trágica suerte en una de las carreteras. De ese modo, inició el pobre animal su particular calvario por las calles del pueblo, recibiendo el desprecio de la gente por su enfermizo aspecto físico. Nadie hubiese apostado por él... Bueno, ¡casi nadie!. Casualmente, cierto día me crucé, por primera vez, con "Lucas" en una esquina cualquiera. Tras un primer contacto con él, en el que le ofrecí un poco de agua, quedé tan afectado por aquel instante que decidí, en adelante y como pude, empezar a cuidarlo en un intento desesperado de mejorar su maltratada calidad de vida. Debido a las terribles condiciones en que se hallaba, sabía perfectamente que la única forma de "recuperar" al animal sería haciéndome cargo de él personalmente. Por eso, descarté llevarlo a la Protectora o Refugio alguno. Quizá viera en los ojos del pobre "Lucas" lo que nadie era capaz de ver: el intento de un ser vivo por seguir aferrado a la vida a pesar de las muchas adversidades. Así pues, empecé a invertir tiempo y dinero en "Lucas": veterinarios, alimentación adecuada y, especialmente, mucho cariño. Al cabo de unos meses ya no era el mismo de antes, había conseguido recuperarse, convirtiéndose en un perro sano y juguetón. Lo único que no recuperó fue su ojo derecho.

Pero por problemas familiares y de espacio no podía tener a "Lucas" en casa, de modo que, después de devolverle su dignidad como ser vivo, me dediqué a intentar buscarle un hogar. Prácticamente casi todo mi tiempo libre se lo dedicaba a él, de modo que nos hicimos buenos amigos y aprendimos muchas cosas juntos. Por aquel entonces, se convocó en el pueblo un "Concurso de Caza Fotográfica", con animales como protagonistas, y ¡sorpresa! la foto de "Lucas" obtuvo el segundo premio entre los más de 400 participantes en el concurso. Gracias a ello, "Lucas" se hizo aun más popular en el pueblo, pero la felicidad duró poco porque algo rompió la tranquilidad de mi amigo. Me enteré de que había sido denunciado, injusta y falsamente, por agresivo al morder a varios niños, motivo por el que mucha gente empezó a criticar a "Lucas" y a darle la espalda. Aquello se convirtió en una auténtica pesadilla para ambos. Y, como no podía demostrar su inocencia sin más, me vi obligado a ocultarlo antes de que las autoridades dieran con él y lo sacrificaran. Ante tan inesperada situación, una persona del pueblo se ofreció a tenerlo unos meses en su casa y, como no teníamos más alternativas, tuve que confiar a "Lucas" al vecino y dejarlo provisionalmente allí. Mientras tanto, me moví de nuevo, esta vez por pueblos de los alrededores, difundiendo su fotografía y un pequeño texto para intentar buscarle un nuevo hogar. Sin embargo, pasaban los meses y nadie se interesó jamás por un perro físicamente tan raro. Periódicamente lo visitaba para asegurarme de que se encontraba bien y, así era, a pesar de que no podía salir a la calle por el peligro de que lo capturaran. 

Por motivos laborales y personales, dejé de ver a Lucas durante un tiempo, aunque continué con la búsqueda de un nuevo hogar para él en otro pueblo, cosa que por fin conseguí. Cuando fui a la casa del vecino en la que estaba con objeto de llevármelo a su nuevo y definitivo hogar, me encontré con la terrible sorpresa de que había caído enfermo y se encontraba muy grave. El motivo no era otro que el descuido en el que tenían al animal en las últimas semanas: cuatro, en concreto, sin ver el sol, sin apenas comida, con agua estancada y suciedad extrema. Así pues, lo puse rápidamente en manos de un veterinario que, durante una semana terrible, le administró suero intravenoso, inyecciones y vitaminas. Aun así, al octavo día de haber sido rescatado de aquel infierno hasta que Lucas decidió dejar de respirar. La vida de "Lucas" se había extinguido, ahora sí, para siempre, incapaz de comprender tanto rechazo y desprecio por parte de una sociedad enferma y confundida.

"Lucas" se fue, pero, al menos, en esta ocasión, hubo alguien a quien le importó. ¡Jamás te olvidaré, compañero!

 

Ong ADDA  -Mayo 2000

 


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