De vacaciones - Noemí Samayoa

ADDAREVISTA 25

PREPARATIVOS

Al fin llega el tan ansiado periodo estival. Suben las temperaturas, los días son más largos y, sobre todo, por fin llegan después de todo un año de trabajo, las merecidas vacaciones de verano. Los días previos al día D (de descanso) son un auténtico caos. Como en una carrera frenética contrareloj, hay que decidir donde se va, reservar los billetes, tener el coche a punto, el hotel, el apartamento, tener el ajuar necesario para estar a la altura de las circunstancias; lo que conlleva elegir el tamaño ideal de la maleta y, por lo tanto, invertir cierto tiempo. Ni que decir tiene que cuando decidimos salir del país, necesitamos documentación apropiada según el lugar, a lo que se suma tiempo de largas y desesperadas colas. Pero, al fin, sin saber cómo, cuando estamos a punto de pedir la baja por estrés, lo logramos.

UN IMPREVISTO

Ya hemos organizado nuestras vacaciones de verano. Sin embargo, ya en casa, mientras respiramos con cierto desahogo contando las horas, minutos y segundos que nos quedan para alcanzar el primer día de desinhibición que anhelamos durante todo un año, nuestra mirada se cruza con... oh!, Oh!, la de nuestral querida mascota. De repente, todo vuelve a ser un caos, nos damos cuenta que ya no es aquél cachorrillo tan mono que nos regalaron las pasadas Navidades y que tanta ilusión nos hizo, ha crecido y se ha convertido en la gran amenaza de nuestras vacaciones. Hay que pensar rápido qué hacer. Una rápida solución es dejarlo por ahí, alguien se apiadará de él y lo recogerá. O, si uno se cree más humanitario, dejarlo en un centro de acogida para animales y así le damos la oportunidad de que alguien "tan bueno como nosotros" lo adopte. Tomada, pues, la decisión hacemos efectiva nuestra solución; en estos cruciales momentos el remordimiento es lo de menos, hay que acallarlo. No queremos ni pensar las consecuencias que pueden traer nuestros actos. Nada ni nadie va a lograr estropearnos las vacaciones.

PERO LA VIDA SIGUE Y UNA CAUSA TRAE CONSIGO UN EFECTO: EL ABANDONO

Cuando se toma la decisión de dejarlo abandonado en medio de una carretera, de no se sabe dónde (tenemos que asegurarnos, no vaya a ser que se le ocurra volver), en el mejor de los casos puede morir atropellado en el acto, si no queda en la cuneta agonizando» o incluso puede causar un accidente de tráfico con víctimas humanas, que, curiosamente, también iban de veraneo. Cuando tenemos una mascota, le creamos una rutina que queda cercenada en el momento del abandono; de ahí el desconcierto del animal que vaga en busca de aquellas personas con las que hasta entonces ha estado y que eran su horizonte y su Dios. En un entorno hostil que no comprende, tratando de salvar obstáculos a los que no está acostumbrado.

CENTROS DE ACOGIDA

Cuando tomamos la opción de deshacernos de nuestra mascota en un centro de acogida, las cosas no es que vayan a ir mucho mejor para el animal. En el mejor de los casos puede ser acogido por alguna protectora particular en las cuales el animal no será sacrificado, sino que estará allí hasta que sea adoptado. El problema está en que, precisamente, al no sacrificar a los animales, tienen un cupo de admisión limitado y, normalmente, éste siempre está cubierto. Al ser protectoras de carácter particular los recursos económicos son muy limitados y, por consiguiente, los costes económicos de manutención, implican la necesidad de "ingir la capacidad de animales. Luego están las perreras municipales y protectoras subvencionadas donde, tras 8 días, más o menos, no han sido adoptados, serán sacrificados.
Afortunadamente el concepto de "perrera" está cambiando, convirtiéndose en centros de acogida, aunque el fin sigue siendo el mismo: matarlos tras un periodo de estancia si no ha sido adoptado. Pero hasta qué punto puede ser elevado el reproche si sólo en Madrid capital, durante el pasado año 2001 fueron ingresados en el Centro de Control Zoosanitario un total de 4.330 animales. Un 49,3% eran perros, un 27% animales de otras especies y un 23,7% gatos. El ingreso de estos animales se produce a través de tres vías: una tercera parte son entregados por sus dueños, la mayoría perros que están identificados, el porcentaje de identificación de gatos es muy bajo; una cuarta parte de los animales, son entregados por particulares que los han recogido -o al menos así lo dicen- en la vía pública y la identificación desciende un 52% con respecto a los entregados por sus propietarios y, finalmente, el servicio de recogida municipal proporciona el ingreso de cerca de la mitad de los animales que anualmente entran en el Centro, recuperando una gran cantidad de animales perdidos o abandonados gracias a la identificación con el chip. Y todo esto sin tener en cuenta las demás protectoras de toda la Comunidad de Madrid.

CADA UNO TIENE QUE COPERAR

Hay que apelar a la conciencia de cada uno; no basta sólo con echar la culpa a la administración o a los demás. Aquellos que llaman a las asociaciones y exigen -sí, exigen- que les encuentren un lugar para abandonar a su perro, o su gato, y que, además se les asegure que no le matarán para liberar su conciencia. Hay que empezar por uno mismo y sobre todo educando. Debemos ser conscientes de que en el momento que adoptamos un ser vivo como mascota, es con todas sus consecuencias. Siempre va a depender de nosotros y eso equivale a asumir el gasto económico que implica como un miembro más de la familia, pues esa es nuestra responsabilidad. Necesita cuidados, ejercicio, alimentación, control veterinario, identificarlo con el chip, documentado y sobre todo, en esta época vacacional, ser consecuentes y buscar la alternativa que más se adecue a sus y nuestras necesidades. Llevarlo con nosotros, si es posible. Prevenir, con tiempo, que algún familiar o amigo nos haga el favor, si puede, de acogerlo, o buscar hoteles donde también los admiten (la Fundación Purina tiene editada una Guía), o bien, buscar residencias de mascotas que mejor convengan. Y en caso de surgir un problema de causa mayor por el que nos resulta imposible seguir conviviendo con nuestra mascota, dejarle en una protectora donde se encargarán de su cuidado abonando una cantidad mensual para su manutención pudiendo ir a visitarlo todas las veces que uno quiera. Las asociaciones de protección y defensa pueden, y deben, dar cumplimentada información. 

Si no estamos dispuestos a asumir todas estas responsabilidades, lo mejor es evitar el problema: abstene a tener una mascota y así nunca nos veremos en necesidad de buscar soluciones rápidas, de última hora, cuando vemos amenazadas nuestras vacaciónes de verano. El abandono de nuestro fiel amigo es acto criminal. Quizás sería bueno recordar aquel póster de ADDA: "Se busca quien no nos abandone. Irresponsables abstenerse".

 

Ong ADDA  -Julio/Diciembre 2002


Relación de contenidos por tema: Animales de compañia


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