Carne dañina para la salud

ADDAREVISTA 58

Carne de cañón. Informe

34.500 personas mueren y decenas de miles enferman por una falta efectiva de regulación con respecto al consumo excesivo de carne y derivados. Esto supone, prácticamente, el 10 % de todas las enfermedades no infecciosas.

Es la conclusión más gráfica y contundente de la investigación realizada por la Asociación Justicia Alimentaria, con sede en Barcelona y con oficinas repartidas por todo el territorio estatal, y también por el Caribe, Centroamérica, Sudamérica y el África Subsahariana. En el estudio se hace especial hincapié en los perjuicios para la salud que conlleva el consumo de carne, sobre todo aquella producida y elaborada por el modelo macroindustrial global que impera hoy en día. Más allá, se constata como de momento la mayoría de Administraciones legislan o callan en favor de una industria que, en el Estado español, representa un 21,6 % de todo el sector alimentario y unos beneficios anuales netos de 22.186 millones de euros.

Grasas, sal y proteínas

La carne lleva de por sí, y sin entrar en consecuencias de la producción a escala industrial, un alto contenido en grasas saturadas, especialmente la carne roja. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un consumo máximo de veintidós gramos de grasas saturadas por persona y día (como ejemplo, una ración de costilla de cerdo lleva ya diez gramos de grasas saturadas). Según el último informe ANIMBES (sobre datos socioeconómicos y de hábitos de consumo), uno de cada cuatro gramos de grasas saturadas lo ingerimos a través de carne y derivados. El exceso de proteínas también puede ocasionar problemas de tres tipos: en los huesos, en los riñones y en el hígado. La carne, los vegetales y las legumbres acumulan alrededor de un 20 % de su composición en proteínas, de las cuales hay que diferenciar el impacto y el efecto que tienen según sean de origen vegetal o animal. Por su parte, en España comemos el doble de sodio del máximo recomendado. Solo un 20 % de este proviene de nuestro salero. El resto, el 80 %, viene ya en diversos alimentos, especialmente la carne, particularmente la procesada.

Los aditivos

La carne procesada lleva una cantidad considerable de aditivos, sobre todo aditivos nitrogenados. Los más presentes son el nitrato potásico y el nitrito sódico. Sabemos que los vegetales verdes también incorporan muchos nitratos, pero el hecho perjudicial para la salud deriva de la combinación de esos nitratos con los componentes de la carne animal (hierro hemo, aminas y amidas), y no con los que contienen los vegetales. El hierro es un componente natural de la carne, las aminas se forman durante la cocción o procesado y todo eso combinado con los aditivos nitrogenados crea unos compuestos llamados N-nitrosos, que en infinidad de informes se ha comprobado que son altamente cancerígenos.

El riesgo de cáncer

El informe hace énfasis en una nota de prensa de la OMS, publicada en 2015, y que generó una auténtica guerra en la industria. La organización internacional alimentaria dependiente de la ONU constataba los resultados científicos de un extenso estudio que concluía que es altamente probable que la carne roja aumente el riesgo de cáncer. Por su parte, la carne procesada (embutidos, jamón, salchichas, beicon, etc.) es 100 % constatable que lo incrementa. A pesar de que la industria cárnica se puso manos a la obra para intentar desmentir desde todos los medios esas afirmaciones, los datos científicos están sobre la mesa: se constata que el 21 % de los cánceres colorrectales están asociados al consumo en exceso de carne roja o procesada. La OMS también comprobó que el consumo diario de cincuenta gramos de carne procesada incrementa el riesgo de cáncer colorrectal en un 18 %, y el consumo de cien gramos de carne roja lo aumenta en un 17 %.

Otras enfermedades asociadas

En su exposición, Justicia Alimentaria detalla los resultados de un estudio publicado en el proveedor de contenidos científicos Science Direct, en el que compara la salud de personas carnívoras con otras vegetarianas o que consumen carne de forma moderada. Concluye que la mortandad por enfermedades cardíacas se reduce en un 34 % para las personas que no comen carne, y en un 20 % para las que comen pero solo de manera ocasional. Disminuir el consumo de carne en cuarenta gramos diarios supone una reducción del 30 % del riesgo de muerte asociado. Por este orden, el consumo de carne, sobre todo la roja y la procesada, incrementa las probabilidades de sufrir afectaciones cardiovasculares, hipertensión, diabetes y cáncer de colon y recto. Sobre esta base, el informe calcula que en España habría 270.000 personas menos con enfermedades cardiovasculares y 1,8 millones menos con diabetes si el consumo de carnes procesadas fuera el recomendado. Siguiendo esos datos, cada año se podrían evitar 17.500 casos de cáncer colorrectal y 8200 defunciones. Para ejemplificar los mismos hechos, se cita un estudio del Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME) que señala que en concreto en España la alimentación insana es el factor que más influye en nuestra salud, el que más nos hace enfermar y el que más nos mata, a una distancia considerable de otros factores como el tabaquismo, el alcoholismo, las drogas o las enfermedades transmisibles. De esta alimentación insana, el 60 % de los riesgos para la salud se atribuyen al consumo excesivo de carnes. Más concretamente se concluye que entre el 28 % y el 38 % de las enfermedades cardiovasculares pueden atribuirse al consumo excesivo de carne, el 17 % en los casos de hipertensión, el 18 % en los de diabetes y el 28 % en los cánceres colorrectales. Cada año mueren en el Estado 34.500 personas a causa del consumo excesivo de carne y derivados, cifra que supone el 10 % de todas las enfermedades no infecciosas.

Agrotóxicos y antibióticos

Aparte de las propiedades propias de la carne y de su proceso, hay que contar con los productos tóxicos que arrastra en su camino la producción industrial. En primer lugar, los agrotóxicos (pesticidas, herbicidas, insecticidas) usados en los cultivos de cereales, destinados a la producción de piensos para la ganadería. Estas sustancias se acumulan en la cadena trófica y generan cambios hormonales y afectaciones diversas en las personas. Por otro lado, los antibióticos. La única práctica aprobada por la Unión Europea es en el caso de animales ya enfermos para el tratamiento de la enfermedad. La realidad es que, pese a las prohibiciones y recomendaciones, los antibióticos se siguen utilizando en grandes cantidades también en animales sanos para prevenir enfermedades y para aumentar su crecimiento de manera acelerada. Esos antibióticos generan en animales y humanos una resistencia que debilita su sistema inmunológico y que se prevé que en 2050 pase a ser ya la primera causa de muerte no infecciosa, por encima del cáncer y de los accidentes de tráfico. España, con datos de 2016, es el país que más antibióticos suministra a su ganado en la Unión Europea, con una media anual de 46 mg/kg de carne.

Referencias: Informe: «Carne de Cañón: Por qué comemos tanta carne y cómo nos enferma». AUTOR: Ferrán García (Justicia Alimentaria), Marzo 2019. Colaboradores: Agència Catalana de Cooperació al Desenvolupament y Diputación de Barcelona.

 

Ong ADDA -Junio 2019


Relación de contenidos por tema: Animales de granja


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