Un nuevo escándalo ha surgido, esta vez en Alemania, que ha obligado a cerrar provisionalmente cerca de 5.000 granjas de gallinas ponedoras en batería, cerdos, pavos y pollos de engorde, todos criados en intensivo, a causa de haberse descubierto que los huevos y sus carnes estaban contaminadas con dioxinas, una sustancia química no biodegradable que se acumula en los seres vivos y que resulta cancerígena y peligrosa para las mujeres embarazadas. Recuerda este nuevo caso lo sucedido hace años con el mal de las “vacas locas”. Y es que para abaratar costes los componentes de los piensos parecen ser un receptáculo para cualquier producto o sobrante; corre la frase -recogida fuera de España- de que “si antes la basura se tiraba al vertedero ahora se incorpora a los piensos”. 

Ante el temor y la contracción del consumidor no han faltado los encargados de turno de tranquilizar a los españoles explicando que en España no han llegado ni huevos ni carnes de animales que han sido alimentados con los piensos provenientes de la empresa alemana –se investiga a Harles und Jentzsch GmbH- pues se sospecha que ha fabricado estos piensos contaminados, descubiertos, precisamente, en su vecina Holanda y distribuidos en Dinamarca y Gran Bretaña. 

El caso de los huevos tiene un especial significado. Una vez importados y manufacturados pueden resultar ser otros productos finales alimenticios, exportados nuevamente a otros países. Los expertos dicen que cuando a un producto se le convierte en materia prima para la elaboración de otros “se le pierde la pista”. También se da el caso que el Kebab, que al estilo turco, contiene carne de pollo o ternera en forma de tronco piramidal, el 90 % del que se consume en España proviene de Alemania. Todos estos casos deben servir para establecer rigurosos controles a fin de garantizar la seguridad alimenticia y con ello encontrar un trato más humanitario a los animales destinados al consumo humano. Ésta es la cuarta crisis desde 2003 que se produce en Europa y que la Unión Europea no ha sabido o no ha podido controlar. Una vez más se pone de relieve la necesidad de decidirse por los productos bio y ecológicos –la venta de huevos ecológicos se ha disparado- pues estos sí que tienen que cumplir con una serie de requisitos. O ser vegetariano.