Ong ADDA en las escuelas

ADDAREVISTA 45

Una de las más importante tareas de ADDA es la posibilidad de dar charlas informativas en las escuelas, explicar quiénes somos, qué hacemos y por qué lo hacemos. Es en estas edades donde se debe empezar a explicar la problemática de los animales, para que puedan tomar conciencia de ello. Por desgracia vivimos en un país en donde el respeto hacia los animales es todavía una asignatura no comprendida por la gran mayoría. Estas charlas deben ser enfocadas con sinceridad y sencillez, explicando a los niños y a los jóvenes la realidad en la que viven millones de animales. Hay que enseñar e informar siempre desde la verdad, pero sin pretender traumatizar. El hecho de educar es un proceso por el que los niños consiguen obtener, de forma paulatina, un desarrollo en sus etapas de maduración. Conseguir sensibilizarlos hacia el respeto a la vida en todas sus manifestaciones es una excelente manera de que sean reflexivos y conscientes de su responsabilidad para conservar la naturaleza y proteger a las distintas especies de animales, incluidos nosotros mismos. Por suerte, a los niños no es necesario educarles para que les agraden los animales, ya que nacen con una simpatía natural hacia ellos; lo que debemos es enseñar a respetarlos y corresponde a los adultos la influencia que puedan ejercer sobre ellos, para que este cariño pueda ir creciendo y consolidándose.

Se transmite, por desgracia, una imagen, una idea, que no es la correcta de lo que realmente sucede en el mundo animal, debido a la distorsión de la información que aparece a menudo en ciertos libros de texto y publicaciones infantiles o medios audiovisuales. Un claro ejemplo lo tenemos en las muchas ilustraciones que acompañan una narración infantil. En ellas se pretende mostrar lo felices que son los animales viviendo en una granja, lo cual conlleva a crear en los niños la visión de que los animales son meramente objetos para nuestro beneficio, para poder ser explotados, y que el ser humano es la especie dominante en lugar de ser compañera en el planeta.

Son precisamente estas consideraciones las que quería que fueran los elementos principales de mis charlas y explicarlos de la forma más clara posible, para que ellos pudieran entender y supieran lo que está sucediendo en realidad. Que, por ejemplo, las bucólicas granjas de sus cuentos se han convertido en fábricas de producción industrial para nuestra alimentación, que los zoológicos están muy lejos de ser lugares lógicos que dignifiquen a los animales, ya que viven una triste cautividad, del sufrimiento al que son sometidos los animales en los circos, de la crueldad de muchas fiestas populares que confunden el maltrato injustificado hacia un ser vivo e indefenso con la diversión y tradición popular, de los miles de animales capturados para su comercio ilegal, y así un largo etcétera.

«Defendemos a los Animales»; así es como doy inicio a mis charlas ante un grupo de caras expectantes que me miran con curiosidad. Me ha sorprendido, durante estos años, el grado de atención y de interés que siempre he encontrado. No importa el tipo de escuela ni la zona donde esté ubicada: la sensibilidad de los niños es algo inherente a ellos, por lo que merece la pena esforzarse para conseguir mejores personas en un futuro cercano. Es gratificante, o al menos a mí me lo resulta, transmitir a todos estos pequeños el porqué de nuestro trabajo diario y ver cómo empieza, poco a poco, dentro de sus inocentes cabezas, a funcionar el mecanismo de la lógica surgiendo así las primeras preguntas.

Con los más mayores es diferente. Se establece otro tipo de dinámica pues muchos de ellos ya empiezan a tener sus propias ideas al respecto. Es entonces cuando se abre la oportunidad de hacerles participar para que expongan sus criterios, sus dudas e iniciar así un pequeño debate, donde puedan defender y argumentar en ocasiones posturas contrarias, que en definitiva nos permiten aprender a todos quienes participamos en esta labor. Han sido numerosos los colegios y los centros que he visitado, muchas las anécdotas y experiencias acumuladas, guardando de todas ellas recuerdos muy gratos. Aun así, quizás por ser la más reciente y por la sensibilidad con la que se dijo, quiero transmitir la reflexión de un chico al final de una de mis charlas. Tras esperar su vez para hablar, comento:«a veces me he preguntado por qué los animales huyen cuando nos ven; creo que ahora lo he entendido, es porque nos tienen miedo y no confían en nosotros. La culpa de todo es porque los tratamos mal y no respetamos su vida». Cerré los ojos y pensé, «gracias por entender mi mensaje».

Desde esta publicación, quiero agradecer a todos los centros que han solicitado nuestra presencia. Estoy completamente segura de que entre todos estamos haciendo una sociedad más justa y digna para aquellos que no tienen voz, los animales no humanos, para los que nunca nos cansaremos de trabajar.

Neus Aragonès


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