España - José López Fernández

ADDAREVISTA 43

LAS CORRIDAS DE TOROS

Es inaudito que ya con nuestro avanzado nivel social y cultural sean consideradas las corridas de toros como la «Fiesta Nacional» y que haya personas que se diviertan y disfruten torturando y haciendo sufrir a los animales. He presenciado varias corridas desde el callejón y he visto cómo estos animales dan fuertes mugidos quejándose del dolor cuando los picadores les clavan la pica en su lomo hasta llegar al hueso una y otra vez, dejando una honda herida en su lomo así como las banderillas que se zarandean desgarrando su carne. Entretanto quienes lo presencian comen y beben, las damas lucen sus atuendos y los fumadores saborean su mejor habano con placer. Y todos se divierten, disfrutan y se regocijan con el cruel espectáculo del dolor y la tortura viendo la prolongada agonía de un animal que sufre en su cuerpo el dolor al igual que una persona. Y así sigo pensando. Sin comprender todavía cómo hay mentes humanas que no despiertan sus sentimientos a una lógica razonable para discernir entre el bien y el mal.

Si buscásemos la causa por la que todavía siguen celebrándose las corridas de toros, la respuesta sería que en vez de ser motivada por un costumbrismo convencional, sigue inculcado un claro convencionalismo ejercido y sostenido por intereses privados que engendran en los espectadores un daño moral que embrutece la mente humana con ausencia de nobles sentimientos: la bondad, el afecto, el estímulo del bien y el cariño y respeto por los animales, más otras condiciones que adornan y embellecen el alma, el espíritu y la imagen del ser humano.

Para mí, en el ritmo progresivo de nuestra civilización actual, las corridas no tienen lógica ni sentido cívico para que sean consideradas como fiesta nacional y menos todavía calificadas como «Bien de Interés Cultural». En tiempos ya pasados el costumbrismo respondía a la contemplación de una mentalidad y a un nivel de vida propio de aquel entonces, pero hoy en día estas prácticas mueren ante la creación de una nueva sociedad y su cultura, en donde la inmensa mayoría de la opinión pública rechaza estos abominable festejos por lo que piden, y bien merecen, que esta cruel tortura que sea erradicada.

FESTEJOS POPULARES

Vi en la televisión cómo uno de los atractivos más salientes en las fiestas de una localidad era el detestable, deplorable y espectacular hecho de martirizar a un toro. Es el llamado «Toro de Tordesillas», al que cercan en un descampado y van persiguiendo a caballo, alanceando al pobre animal, ya previamente sentenciado a la tortura y a la muerte; este, sin saberlo, intenta zafarse del cerco marcado para su ejecución aunque le tapan la salida de escape. Al final, quien logra abatirlo gana el trofeo y es considerado el más valiente de su grupo y de las fiestas. Como esta existen cientos de festejos crueles en toda España con diferentes modalidades. Pocas se han suprimido, como «La cabra de Manganeses de la Polvorosa» donde tiraban al animal desde el campanario de su iglesia. .Otras se han suavizado como «El Toro de San Juan en Coria» al suprimirse los dardos —soplillos— con que le «emplumaban».

Se le preguntó en televisión a un mozo el porqué de estas costumbres bárbaras y contestó diciendo que «es una tradición de la cultura de su pueblo heredada ya hace mucho tiempo». Teniendo en cuenta y considerando la cultura como el conjunto, modos de vida y costumbres de una época o grupo social, intentan presentar este tipo de crueldades, apoyándose en el costumbrismo, sin detenerse a pensar que mezclan y confunden la cultura tradicional con la práctica de festejos tales como torturar animales para celebrar una fiesta. Estas personas rechazan la evolución cultural actual y continúan arraigadas en un posicionamiento heredado de sus antepasados y que siguen llamando «cultura tradicional» de su pueblo. Por muy lejano que tengan sus raíces no puede llamársele cultura positiva a estos deplorables festejos.

Debemos pensar que la cultura progresa, a lo largo de los años, unida a la civilización, y así, si usamos nuestro raciocinio, comprenderemos con toda claridad que nuestros sentimientos están dormidos si se consienten —con una pasividad intolerable— estas abominables e injustas atrocidades con los animales. Es lógicamente justo que debemos respetarlos y no maltratarlos abusando de nuestra llamada superioridad racional. La opinión pública va despertando y ya se ve aparecer por el horizonte de la conciencia humana, el día no muy lejano en que sean abolidas las corridas de toros y estos cruentos festejos de tortura y maltrato de los animales.

 

Ong ADDA  -Diciembre 2011


Relación de contenidos por tema: Colaboración


Temas

Haz clic para seleccionar