Fractura hidráulica o fracking

ADDAREVISTA 46

Junio 2013  -Una compañía escocesa a través de su filial española, Capricorn Spain SL, filial de la escocesa Cairn Energy, ha solicitado al Ministerio de Industria autorización para iniciar prospecciones en una importante zona marítima, que desde la Costa Brava (Girona) se extiende hacia el sur en el Maresme, cercana ya a la ciudad de Barcelona y a su importante conurbación. La noticia aparecida y publicada en el BOE está en fase de alegaciones. La preocupación inmediata ha sido comprensible entre los grupos turísticos y ecologistas. La Costa Brava que tiene un marchamo de excelencia, incluye el cabo de Creus —la zona más occidental de España—, estrictamente protegida como lo demuestra la deconstrucción, recientemente concluida, de los restos del Club Mediterranee y está declarada paisaje natural. Todo el litoral hacia Barcelona abarca un potencial productivo enorme con la circunstancia de que en estos momentos de una agravante crisis, el turismo resulta ser uno de los soportes de la paupérrima situación económica por la que atraviesa España. Añádase, también, todo el colectivo humano residencial que ante un panorama desconocido, teme lo peor. De momento, en febrero de 2013 ocho entidades españolas —entre ellas Ong ADDA— ya han presentado una moción dirigida al gobierno español para paralizar esta concesión.

La firma matriz de este proyecto de prospecciones es, como ya se ha dicho, escocesa, pues es sabido que los pozos petrolíferos del mar del Norte, que se reparten entre Noruega y Escocia, ya tienen fecha de caducidad al no resultar tan rentables y precisar de nuevos recursos. Pero hay muchísimo más: las nuevas tecnologías y los métodos de prospección ya no son los clásicos acostumbrados, porque tampoco las posibilidades de encontrar el llamado oro negro son las de antes y se está, ahora, explotando el gas que licuado se transporta en buques contenedores o por conductos a través de largas distancias. Hay que escarbar el subsuelo, puede decirse, en busca del beneficio a costa de dañar la naturaleza y el medioambiente y, mejor, si el procedimiento empleado resulta más económico. El fracking es una sofisticada técnica consistente en inyectar en el subsuelo o el fondo marino, a más de 2.000 metros de profundidad, un cóctel de agua, arena y diversos productos químicos, que rompen, expandiendo los filones que contienen el gas. Esto en cuanto a su explotación, pero para su exploración se utilizan sistemas sismológicos a base de aire comprimido (gun gas) que generan con el impacto ondas sonoras y sísmicas de alta intensidad, que son captadas en superficie para poder definir las estructuras tanto del fondo marino como terráqueo en busca de las arcillas gasíferas compactadas (shale gas) o pizarras bituminosas que pueden retener gas o petróleo. En el mar tales impactos inciden negativamente en la fauna marina y modifican los comportamientos de los peces y muy especialmente de los cetáceos, tortugas marinas, cefalópodos, peces, etc. Se tiene constancia que estos métodos están causando una disminución del 50 % de las especies.

Si el resultado fuese positivo, se abre, entonces, un nuevo y peligrosísimo panorama. ¿Puede imaginarse, por ejemplo, que al abrir el grifo de la cocina saliese agua junto con gas y que este fuese inflamable? Pues esto le ha ocurrido a una ama de casa en Pennsylvania (EE.UU). Lo anecdótico conduce a los problemas que los nuevos sistemas de extracción ya están produciendo: contaminación de las aguas superficiales, del aire y del medio ambiente, afecciones para la salud humana —posiblemente cancerígenas por los diversos productos químicos que se inyectan— y para la fauna; destrucción del paisaje y contaminación junto con el deterioro del terreno una vez cesa la explotación. Finalmente, riesgo de provocar movimientos sísmicos si la zona es, ya de por sí, inestable. Ya existen precedentes.

Metodología de extracción

No hay que confundir el gas natural con el gas obtenido por fracking, porque su método tanto de prospección como de extracción es distinto. España está utilizando desde hace años gas natural procedente de Argelia. El gas natural se obtiene mediante una perforación clásica hasta dar con una bolsa de gas que, en profundidad, se halla a gran presión y emana por sí solo. El gas obtenido por fracking utiliza tecnología muy diferente porque el producto que se obtiene es mucho más difícil de captar.

Para la fractura hidráulica o fracking se perfora el terreno en vertical a más de 2.000 metros de profundidad inyectando a gran presión, como se ha dicho, agua, arena junto con productos químicos —cuyos componentes se silencian— hasta encontrar el sustrato en donde se hallan las arcillas gasígenas, pizarras bituminosas, para seguir en horizontal el recorrido del filón y fracturarlas liberando el gas metano que contienen. Este gas es muy explosivo mezclado con el aire en presencia de una chispa, pues siempre ha sido el gran peligro que ha ocasionado miles de muertes en las minas de carbón. El agua inyectada a gran presión y la arena hacen que se fracturen las pizarras y se expandan aflorando hacia la superficie el gas existente. Las perforaciones, o pozos, son numerosos para abarcar toda la zona del yacimiento y la cantidad de agua compuesta inyectada es enorme. Los líquidos que vuelven a la superficie tienen que ser almacenados en balsas a la intemperie y posteriormente trasladados para su tratamiento, con el consiguiente problema de residuos.

La economía y la política

La energía, base del desarrollo tanto industrial como de la casi totalidad de las actividades humanas, es vital para un mundo en el que prima el desarrollo. Como tal, y dada su importancia, tiene un coste y un beneficio e implica movimientos de cantidades ingentes de dinero. Con la revolución industrial en el siglo XIX, el carbón fue la principal fuente de energía y con la necesidad cada vez más creciente de electricidad, la que se genera mediante los pantanos fue promediándose a la obtenida por el carbón fuente de polución, CO2 y productos sulfurosos, y aventajándola por ser más limpia.

Las recientes fuentes para la obtención de energía, que son mucho más limpias, están representando el inicio de un cambio; lento pero progresivo. La más extendida y utilizada es la eólica, a pesar de que, también, tiene sus detractores por el ruido de los molinos, el afear el paisaje y el peligro para las aves. Con el desarrollo del transporte y la universalización del automóvil, el petróleo es el bien más preciado. Cualquier país desea y suspira poder ser autosuficiente. El aumento de la demanda provocada por la incorporación de los países emergentes y la extenuación de los recursos petrolíferos, el gas —metano principalmente— aparece ahora como un gran futurible ante posibles e importantes yacimientos.

Cualquier nación quisiera ser rica en pozos petrolíferos. España ha tenido poca suerte en esta lotería; sus captaciones han sido muy escasas y el petróleo obtenido es de poca calidad. Ahora con el gas aparece como una posible quimera para que pueda tener mejores oportunidades. El fracking ofrece esto, pero ¿a costa de qué? Ya empiezan, y existen, presiones. Por un lado los lobbys —muy potentes por las magnitudes en juego—, por otro las administraciones: la estatal, las comunitarias y locales y, por otro, naturalmente, la ciudadanía representada por los movimientos y redes sociales en conjunción con las entidades conservacionistas.

Ante esta situación, con la aparición de esta nueva palabra fracking (fracturando, rompiendo, desmenuzando) o fracturación hidráulica para ser más precisos, la ciudadanía debe saber y adquirir los conocimientos necesarios para poder establecer sus criterios a favor o en contra y, con conocimiento de causa, expresar su opinión, que debe ser tenida en cuenta por la trascendencia que pueda acaecer en el futuro. Como ya se están repartiendo el pastel antes de que sea elaborado —el encontrar gas— y sus posibles destrozos en el medio ambiente con repercusiones para humanos y animales, vale la pena poder estar preparados frente a nuevos acontecimientos.

Se están concediendo licencias de exploración —todavía no, de explotación— en distintos lugares de la península. Y algunos colectivos, tanto cívicos como conservacionistas, ya se posicionan. De momento el Parlamento de Cataluña ha rechazado prohibir el fracking y para quedar en una situación ecléctica, ha nombrado una comisión; solución harto sabida para eternizar un asunto. En cambio Cantabria sí que lo ha prohibido. Castilla y León ya ha dado permisos. El Parlamento Europeo se ha manifestado en contra, así como Francia, Bulgaria y varias regiones de Alemania. A nivel del gobierno central español, parece tener una buena disposición para conceder licencias de exploración; no obstante, por el momento, queda confuso a quien corresponden las competencias.

Bibliografía y fuentes de información: Informes de las Universidades de Zaragoza, Valencia, Alcalá de Henares, Las Palmas de Gran Canaria, Sevilla, Alicante, Manchester y Complutense de Madrid; Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo; Ecologistes en Acció de Catalunya; Moción contra la prospección en la costa catalana; Periódicos El Punt-Avui, El País, y La Vanguardia; Consell Comarcal del Maresme (Cataluña); Revistas National Geographic y Ecologista. Plataforma contra el Fracking de Porcuna.

 

Ong ADDA  -Junio 2013


Relación de contenidos por tema: Conservacionismo


Temas

Haz clic para seleccionar