Flora y fauna en Collserola (Barcelona)

ADDAREVISTA 54

Flora y fauna en el parque natural de Collserola (Barcelona), un tesoro a conservar

Redacción. Ubicado en el centro del área metropolitana de Barcelona y rodeado por nueve poblaciones, la sierra de Collserola, con 8.295 hectáreas de superficie, constituye un importante pulmón verde y uno de los parques naturales periurbanos de mayor superficie de Europa. Con sus 512 metros de altitud sobre el mar, la montaña del Tibidabo preside el pico más alto de esta cordillera litoral catalana, limitada a su vez por el río Besòs, el río Llobregat, las rieras de San Cugat y la depresión de la ciudad de Barcelona.

Con un entorno humanizado de aproximadamente tres millones de personas, el mosaico natural de este parque natural es diverso y configurado por ambientes boscosos y arbustivos, predominantemente mediterráneos, con prados, encinares y pinos. En su diverso ecosistema habitan más de doscientas especies de animales configurados por peces, anfibios, reptiles, ciento ocho especies de aves (residentes y migratorias) y veintiséis especies de mamíferos, entre ellos el zorro, la gineta, la ardilla, el tejón, el erizo y el jabalí.

Por su valor paisajístico y de biodiversidad, desde el año 2006 forma parte de la Red Natura 2000 de conservación de los hábitats de la fauna y flora silvestre, y en el año 2010 fue declarado parque natural por el gobierno de la Generalitat.

Frecuentado anualmente por casi dos millones de personas, este bosque periurbano se encuentra fragmentado por carreteras y autopistas que ejercen el efecto barrera, interfiriendo el paso y los desplazamientos hacia otros espacios naturales de cierta fauna silvestre, como los jabalíes, fijando su presencia en las poblaciones y las áreas urbanas, cada año con mayor presión debido al déficit de corredores o pasos naturales de fauna. Con el trazado de autovías y autopistas, B20-B23/A2-AP7-C58, se acabó de rodear y aislar la sierra de Collserola del resto de espacios naturales.

El jabalí y su dificultad para sobrevivir en Collserola

Al impacto ambiental que supone esta gran presión urbanística y humana se le suman actividades como la caza mayor y menor, incidiendo negativamente en el equilibrio y la tranquilidad que requiere el desarrollo natural de su biodiversidad. Hasta el año 2007, trece áreas de caza se distribuían en casi el 50 % de su superficie. Siete de estas áreas se centraban principalmente en la caza del jabalí, evidenciando una gran presión cinegética sobre esta especie. Con el Plan Técnico de Gestión Cinegética (PTGC) desarrollado por la Generalitat, pasaron a ser reclasificadas como zonas de caza controlada (ZCC) un total de 3020 hectáreas, es decir, que en el 36,4 % de la superficie total del parque se continúa dando caza a especies como el jabalí, el conejo, la torcaz, el tordo o la perdiz.

En el año 2011, el Medio Natural de la Generalitat en el plan técnico de gestión cinegética estuvo a punto de aprobar la caza de jabalís con arco y flecha. La intención de autorizar esta práctica medieval fue inmediatamente criticada y denunciada por ONG ADDA y, afortunadamente, no prosperó.

Entre las diversas especies que forman objetivo de la actividad cinegética y que han influido en el declive de algunas de ellas, en Collserola, el jabalí simboliza uno de los ejemplos más visibles de la conjunción de circunstancias y gestiones negativas hasta convertir a este ungulado en una de las víctimas más evidentes de un ecosistema tan humanizado.

El acoso de la caza, que fuerza a realizar desplazamientos temporales de los animales hacia otras zonas de seguridad en donde está prohibida esta práctica, la disponibilidad de restos de alimento humano, el suministro de alimentación intencionada y la falta de corredores y pasos de fauna irremediablemente han abocado a los jabalíes a permanecer dentro de los límites del parque, adaptándose a las circunstancias y aproximándose cada vez más a los entornos urbanizados, tratando de sobrevivir siempre bajo la constante presión de ser exterminados.

Son frecuentes las imágenes y noticias de jóvenes madres con sus crías deambulando erráticas por carreteras, jardines, parques y poblaciones en busca de tranquilidad y alimento, mostrándose apacibles y ajenas a las simpatías, antipatías, curiosidad o señales de alarma que genera su proximidad entre los ciudadanos, ignorando que tarde o temprano serán eliminados, por uno u otro motivo, por cazadores o agentes rurales.

A pesar del manifiesto fracaso para controlar su densidad y las negativas consecuencias que genera la caza sobre el jabalí y las especies clasificadas de «caza menor» dentro del territorio de Collserola, en la temporada 2015/2016, y según datos de la Generalitat, en veinte batidas con cazadores y perros se dio muerte a un total ciento siete jabalíes, incluyendo hembras y machos adultos y jóvenes, a los que hay que sumar otros diez ejemplares que fueron abatidos según consta en el PTGC de «forma extraordinaria» con «munición de bala» durante las 854 jornadas de caza menor que tuvieron lugar para «cobrar» el conejo, la torcaz, el tordo y la perdiz.

El futuro del parque: un refugio para la fauna

El perjuicio que supone la caza para la biodiversidad del parque, así como el riesgo implícito y la incompatibilidad que suponen la presencia de cazadores y escopetas para el resto de usuarios de la montaña, ha motivado ya hace años continuas protestas y la petición por parte de Ecologistes en Acció de la prohibición definitiva de esta actividad, instando a la Administración catalana a optar por la declaración de «zona de seguridad» o «refugio de fauna».

Con la concesión de licencias de caza y las batidas en un entorno tan humanizado, la Administración está asumiendo una responsabilidad de gran trascendencia que afecta a la biodiversidad y a la tranquilidad y seguridad de la fauna silvestre y los usuarios humanos.

Está demostrado que cuanta menor presión de caza existe en una zona, mayores posibilidades se manifiestan en la autorregulación natural de las especies, que adaptan sus ciclos de reproducción a los recursos reales que les ofrece el entorno natural para garantizar un ritmo normal de supervivencia sin generar las descompensaciones que provoca la caza.

La esterilización es otra de las alternativas eficaces, éticas e incruentas que se ha mostrado efectiva y sobre la que se ha activado un programa que se encuentra actualmente en fase de prueba.

El aislamiento del parque debido a la falta de conectividad debe ser reducida con la habilitación de pasos de fauna que permitan a la fauna silvestre desplazarse y evitar el efecto barrera, los accidentes de tráfico y el riesgo de empobrecimiento de la biodiversidad. En esta sierra, confluyen numerosos condicionantes y razones para la implementación de una renovada gestión de zona «libre de caza», tomando como referencia al cantón de Ginebra (Suiza) y la ciudad de Viena (Austria), que así lo ha decidido más recientemente. Siguiendo estos modelos mucho más actuales y acordes con la creciente sensibilidad de respeto a la naturaleza, se debe priorizar el interés de la biodiversidad y la ciudadanía, garantizando la preservación íntegra de un ecosistema heredado, rico y variado. Ha llegado el momento de una decisión progresista y futurista que sería celebrada mayoritariamente. 

Ong ADDA -Junio 2017


Relación de contenidos por tema: Conservacionismo


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