Cumbre Río + 20. Estrepitoso fracaso

ADDAREVISTA 45

La Cumbre Río+20 reunió entre los días 20 y 22 de junio de 2012 a líderes y representantes de 191 países en Río de Janeiro (Brasil), 20 años después de la histórica Cumbre de la Tierra, que tuvo lugar en el año 1992. Sin embargo, esta edición, que pretendía ser histórica, ha resultado decepcionante.

Luchar contra la pobreza y proteger el medio ambiente eran los objetivos de la cuarta Conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, también llamada Río +20, que se celebró el pasado mes de junio en Brasil. Pero conseguir esta doble alianza no ha sido posible, a juzgar por las pocas conclusiones y acuerdos con los que se ha cerrado esta Cumbre de la Tierra. El secretario general de la ONU, Banki Moon, ya admitió durante la conferencia que la cumbre no había cumplido las expectativas.

El futuro que queremos

Por la experiencia de otras cumbres, siempre se tropieza con el mismo obstáculo: la defensa de los intereses económicos frente a la protección del medio ambiente. Y en el caso que nos ocupa, esta cumbre ha tropezado con la crisis económica que sufren actualmente las potencias occidentales, algunas de ellas opuestas a ciertos avances que supongan destinar más recursos económicos para desarrollo sostenible. En este sentido, del documento de 49 páginas titulado «El futuro que queremos» resultan generalidades, pues este escrito parte de la reafirmación de los principios alumbrados en la Cumbre de la Tierra del año 1992, que también se celebró en Río, cuando los líderes mundiales firmaron tres convenciones internacionales sobre cambio climático, biodiversidad y la Agenda 21. Como en aquella ocasión, el nuevo documento establece que el desarrollo sostenible es una responsabilidad compartida por todos los países del planeta, aunque con diferencias en función de su nivel de desarrollo. Los países asumen que la erradicación de la pobreza es el mayor desafío global y amplían el campo de actuación para combatirla. Pero la falta de acuerdos es patente: de momento no habrá nuevas fuentes de financiación para el fomento de las políticas de desarrollo sostenible. Así, el documento se limita a anunciar el lanzamiento de un proceso intergubernamental de consultas para analizar las necesidades de cada país y buscar futuras vías de financiación. Occidente pidió a Brasil y China, países con economías emergentes, que formen parte del grupo de donantes.

Gases contaminantes

La emisión de gases contaminantes es otro de los terribles problemas que asolan el planeta. Según afirmó en una de las intervenciones de la cumbre el presidente de Ecuador, Rafael Correa, el 20 % de los países más ricos del mundo genera el 60 % de las emisiones de CO2, principal gas que provoca el cambio climático, mientras que el 20 % de los países más pobres produce apenas el 0,72 % de las emisiones. Estas son las responsabilidades comunes, según el presidente ecuatoriano, pero diferenciadas, que dejan claro quién es más responsable en la destrucción del planeta. También el excesivo consumo de bienes ambientales por parte de los países más ricos lo están sufriendo los países pobres, básicamente generadores de esos bienes ambientales.

Y es que según Global Carbon Project, una red internacional de científicos, las emisiones de gases de efecto invernadero aumentaron un 5,9 % en el año 2010. Así, tal y como ha quedado patente en la cumbre, los países ricos vuelven a contaminar más que la riqueza que crean —EE UU, Gran Bretaña, o Alemania, mientras que Francia se mantiene estable—. Entre los factores que lo explican cabe citar el frío invierno en el hemisferio norte, el descenso de los precios del carbón en comparación con el del gas y también la disminución de la aportación proporcional de las energías renovables.

Medidas

Visto lo visto, los alcaldes de las 59 principales ciudades del planeta, anunciaron en la cumbre medidas para reducir las emisiones de gases contaminantes, con el objetivo de la reducción del 60 % hasta el año 2030. Pero los líderes de grandes países, como Rusia, pidieron marcarse sus propios objetivos para no renunciar a su desarrollo.

Uno de los países ausentes en esta cumbre, EE. UU., cuyo presidente actual se comprometió a reducir las emisiones de dióxido de carbono un 17 % entre los años 2009 y 2020, paradójicamente las ha aumentado un 3,2 % entre 2009 y 2010, según la Agencia de Protección Ambiental. En conclusión, las emisiones del país más poderoso de la Tierra han crecido un 10,5 % desde el año 1990. Pero también el país anfitrión, Brasil, y concretamente Río de Janeiro, tiene metas de reducción por cumplir: el municipio tendrá que reducir en un 8 % las emisiones de CO2 antes de finalizar el año, en relación a los niveles de 2005. Y para 2016, año en que Río será sede de los Juegos Olímpicos, la reducción deberá ser del 16 % y, en el año 2020, del 20 %. Se verá si esto se cumple; si así fuera, al menos se evitaría la emisión al medio ambiente del equivalente a cerca de 2,27 millones de toneladas de CO2.

Los océanos

Otro de los asuntos que más expectación causaban en esta cumbre era el referido a los océanos; tampoco aquí se entró en compromisos concretos ni vinculantes que respondieran de forma inmediata a las necesidades urgentes de conservación y gestión de los océanos. Solo se instó a los países a crear instrumentos jurídicos en el marco de la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, UNCLOS, para la conservación y el uso sostenible del medio marino, sin proponer avances reales en la creación de las áreas marinas protegidas o en lo referente a la recuperación de reservas pesqueras, compromisos ya acordados hace una década.

Algunas opiniones como la de Jim Leape, director general de la ONG ecologista WWF, fueron muy significativas acerca del desencanto de esta cumbre que ha provocado vergüenza ajena, según él por la «incapacidad de los diplomáticos para alcanzar acuerdos en un asunto tan crucial como el de los océanos». También representantes de High Seas Alliances, criticaron la postura de los anfitriones de la cumbre sobre la protección de los océanos, afirmando que, o bien Brasil le estaba dando a los EE. UU. lo que quería, o había cambiado sus intenciones.

A nivel local, la problemática de los océanos ha sido motivo de preocupación para ONG ADDA, que ya intentó en nuestro país dar impulso a una interesante campaña hace unos meses, referida al santuario en el mar balear para la conservación del atún rojo, que, sin embargo, y pese a su esfuerzo y a las expectativas creadas, no ha alcanzado el éxito esperado. Parece que las iniciativas destinadas a proteger las especies y el medio ambiente no tienen salida en España. En este sentido, el exdirector de Greenpeace ha intentado montar un partido verde, que en nuestro país, no cuaja. ¿Cómo es posible que la ciudadanía española no esté interesada en el conservacionismo cuando este tema tendría que ser transversal e inherente, absolutamente, a todos los partidos políticos? En la actualidad, es complicado concebir la existencia de una sólida conciencia verde en España, se trate de aspectos forestales, animalistas o marinos. Y no solo aquí, sino en el mundo, como se ha podido comprobar en la pasada Cumbre de Río, con el egoísmo de muchos países ricos negándose a adoptar medidas vinculantes. La naturaleza, en manos de los hombres, sigue siendo la gran perdedora, pero sabia como es, reaccionará de forma implacable, como ya lo está haciendo. ¡Comienza el espectáculo naturista!. Al tiempo; nunca mejor dicho.


Relación de contenidos por tema: Ecología


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