Modelos de laboratorio - Redacción

ADDAREVISTA 15

Los investigadores de los laboratorios farmacéuticos y médicos están aplicando en la actualidad la ingeniería genética para diseñar animales "prototipo" de laboratorio. El procedimiento consiste en insertar en los embriones de los animales genes defectuosos que producen determinadas enfermedades humanas, desarrolladas de este modo en los organismos de los animales. Según algunos científicos, estos animales sirven entonces como prototipos en los que estudiar las enfermedades inducidas y sobre los que probar diferentes drogas y terapias contra ellas. Sin embargo, esta tesis es cada día más discutida por muchos científicos, que cuestionan la validez de la utilización de animales de especies tan distintas al hombre como modelos adecuados para la investigación, y son escépticos respecto a la extrapolación posterior de los resultados a los seres humanos. En este sentido, diversos experimentos fallidos demuestran la imperfección del método y el sufrimiento innecesario causado a los animales en nombre de un pretendido beneficio humano.

RATONES DE LABORATORIO: EL "ONCORATÓN".

La especie que más está sufriendo estas manipulaciones de laboratorio en la actualidad son los roedores, especialmente el ratón. De las 73.774 manipulaciones genéticas registradas en el Reino Unido en 1992, 72.168 eran en ratones y 1087 en ratas. Además del estudio del cáncer y el sida, los ratones también están sirviendo como modelos para el estudio de la osteosporosis, anemia, enfermedades neuronales, enfermedades cardiacas, desórdenes psíquicos o beta-interferón humano.
El caso más conocido de animal prototipo de laboratorio es el polémico Oncoratón, de la empresa Du Pont, creado en la Universidad de Harvard por Philip Leder y Timothy Stewart. A los embriones de este ratón, en el que se invirtieron 15 millones de dólares, se les inyectaron varias secuencias genéticas oncogénicas (causantes de cáncer). El resultado es un ratón muy susceptible al cáncer, que lo. desarrolla en sus primeros 90 días. Es, pues, un animal diseñado especialmente para sufrir.

RIESGOS

Los ratones también han sido objeto de estudio de una enfermedad moderna como el sida, pero de nuevo han demostrado no ser un modelo eficaz para su estudio, pues no son habitualmente susceptibles a la infección. En 1987, el investigador estadounidense Malcolm Martin insertó el gen del virus del sida en embriones de ratón. Un 10% de ellos lo llevaban al nacer en su código genético. Así, estos animales se convertían en un peligroso reservorio creado artificialmente por el hombre; un accidente que permitiera a los ratones cruzarse con miembros de su especie salvajes podía tener consecuencias realmente catastróficas: una expansión incontrolable del sida. Estos temores, por supuesto, fueron tachados de alarmistas por los defensores del proyecto. Dos años después, en febrero de 1990, el equipo de Robert Gallo, codescubridor del virus del sida, demostró que un virus natural del ratón se podía recombinar con el del sida dando lugar a nuevas y peligrosas formas del virus que se podían transmitir por nuevos cauces e infectar diferentes tipos de células. Así es como un proyecto cargado en principio de enormes esperanzas y buenas intenciones puede convertirse en un arma de doble filo.

FRACASOS

La Universidad de Pennsylvania, por su parte, creó una hembra de ratón adulta sin ovarios, a la que se había insertado un gen humano asociado con la "masculinidad". Las hembras resultantes eran estériles, y carecían de la mayoría de las estructuras reproductivas femeninas. También en Estados Unidos, se crearon unos ratones que desarrollaban cáncer en el ojo (precisamente el ojo humano no desarrolla cáncer, por lo que no se sabe qué utilidad podía tener el experimento). El caso es que, a los dos meses, sus cristalinos habían sido sustituidos por dos tumores que crecían hasta reventar la cápsula y destruir el resto del ojo. Los científicos descubrieron finalmente cómo salvar a los ratones: sacándoles los ojos poco después de nacer. También se crearon ratones que desarrollan cáncer en otras partes del cuerpo, la mayoría de los cuales mueren antes de los cuatro meses.

Otro ratón enfermo "diseñado" en laboratorio en 1992 es el ratón Rb: desarrolla el retinoblastoma, que implica defectos en el gen Rb y se encuentra de manera espontánea solamente en el ser humano, no en el resto de especies animales. El resultado fue que los ratones no desarrollaban retinoblastoma, pero sí tumores cerebrales y de la glándula pituitaria, lo que nunca ocurre en los seres humanos que presentan dicha enfermedad. El cruce de ratones con el gen Rb producía la muerte de los embriones antes de nacer, a pesar de tener los ojos sanos. Este es un claro ejemplo de que el ratón no es un modelo adecuado para el estudio de esta enfermedad humana. Se teme que, de llegar a esta conclusión, los científicos podrían intentar lo mismo con animales más cercanos a nuestra especie: monos, cerdos, perros...

En Japón, en la Universidad de Tokio, se manipuló genéticamente unos ratones para inactivar el gen que controla la producción de endotelina-I, sustancia que hace que los vasos sanguíneos se contraigan y que se asocie a la presion sanguínea alta en los humanos. Sin embargo, los ratones, en lugar de tener como era de esperar, la presión sanguínea baja, presentaban una presión sanguínea ligeramente superior a la normal.

La revista científica Nature publicó un informe de un equipo de genetistas de la Universidad de Texas que desarrollo unos ratones a los que les faltaba la parte delantera de la cabeza, es decir, que presentaban un muñón en el lugar de los ojos y el hocico. El objetivo de los experimentos era demostrar que el gen Lim 1 controla el desarrollo de esa parte del cuerpo en los ratones, y probablemente en todos los mamíferos, y también que la cabeza no es una mera extensión de la espina dorsal, pues en este caso se desarrollo de modo normal. El procedimiento consistió en inactivar el gen Lim 1 en los embriones de los ratones, inhibiendo así el desarrollo de la parte media y frontal de cerebro.

La misma revista Nature publica en marzo de 1995 que la Unión Europea financiará la instalación de un centro de ratones transgénicos vivos o congelados en forma embrionaria en Monterotondo, Italia, además del desarrollo del laboratorio animal de CNRS en Orléans, que posee ya 150 tipos de ratón transgénico y 250 tipos de embrión congelado. Se prevé la implantación de nuevos centros en Gran Bretaña.

HAY ALTERNATIVAS

La universidad de East Anglia, Inglaterra, hs creado un nuevo laboratorio para el estudio de las cataratas humanas, enfermadad que causa la pérdida de transparencia de la córnea humana. el jefe de departamento, el dr. George Duncan, ha consegido el apoyo económico de la Comisión para la Investigación Humana (Humane Research Trust), cuyo objetivo es eliminar la vivisección, ya que el investigador se propone prescindir de los experimentos con los animales. Ello se ha visto favorecido por la naturaleza de la cornea humana, susceptible de ser cultivada en un medio artificial. además las cataratas son poco frecuentes en el resto de especies animales. Se tiene la esperanza de que otras partes del cuerpo respondan igual que la córnea al cultivo en laboratorio y permitan que sigan disminuyendo las cifras de animales sometidos a experimentación. El Institute of Biomedical and Life Sciences ha desarrollado una serie de técnicas para mantener las células humanas vivas en cultivo de laboratorio, y ha recibido una ayuda de 500.000 libras por parte de la Unión Europea en los últimos tres años.

Por otro lado, en la Universidad de Paisley, Escocia, se están desarrollando también nuevas técnicas para el estudio de las enfermedades hormonales que permitirán evitar la experimentación con animales. El jefe del proyecto, el Dr. McLean, y su equipo están utilizando la ingeniería genética para insertar en células humanas cultivadas artificialmente en laboratorio un gen que produce una encima especial que causa un cambio de color en la célula apreciable a simple vista, y de este modo marca las variaciones de concentración de diversas hormonas, de manera que señala el momento en que la célula es atacada por el exceso de hormonas. Este sistema, además de reducir la experimentación con animales, ha probado ser más barato y ha mostrado un camino para utilizar de modo más ético una disciplina científica tan poderosa como la ingeniería genética.

MÁS SOBRE EL ONCORATÓN 

La Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos concedió la patente sobre el Oncoratón a la empresa Du Pont en el año 1988. Con anterioridad se habían patentado microbios y plantas, gracias a una decisión del Tribunal Supremo estadounidense que declaraba que "todo lo hecho por el hombre" se puede patentar si es nuevo y útil, y es descrito con minuciosidad para que otros puedan beneficiarse de ello.

SIN COMENTARIOS

La empresa Du Pont comercializa el Oncoratón desde el año 1989 al prscio de 100 dólares por "unidad". Un ratón de laboratorio convencional vale un dólar.

Un anuncio comercial en la revista Nature lo describe como "el primer modelo vivo que contiene un oncogén activado en cada una de sus células somáticas y reproductoras. Un producto comercial a su alcance por primera vez, que con bastante seguridad desarrollará carcinogenesis (cáncer). Con mucha fiabilidad desarrolla neoplasmas (tumores) en varios meses y le ofrece a Ud. un camino más corto para encontrar nuevas respuestas sobre el cáncer. Al alcance de los investigadores a través de Du Pont".

En 1989, la Oficina Europea de Patentes (OEP) rechazó la petición de patente presentada por Du Pont para Europa por considerar que el Pacto Europeo sobre Patentes prohibe patentar variedades animales. Pero en 1992, debido a una apelación, se reconsideró esta decisión, alegándose que el Oncoratón no es una variedad animal, sino algo creado por un proceso biotecnológico, lo que sí es patentable según el Pacto. Se consideró que la investigación sobre el cáncer era de suprema importancia y se decidió que el sufrimiento infligido al animal y la amenaza medioambiental valían la pena. Así pues, el supuesto beneficio médico en favor del bienestar humano permitió la concesión de la primera patente europea sobre un ser vivo, en octubre de 1992.

La patente incluía la secuencia del oncogén, el procedimiento y métodos usados para introducir el oncogén y los animales manipulados con esos métodos. A partir de entonces, se abrió un período de nueve meses en el que las diferentes partes podían presentar alegaciones en contra de la concesión. Sin embargo, la OEP denegó una patente sobre un ratón transgénico que permitiría estudiar el crecimiento del cabello porque se consideró que el "uso limitado" de la investigación no compensaba el sufrimiento.

En febrero de 1993, el Parlamento Europeo adoptó por mayoría (178 votos a favor, 19 en contra y 27 abstenciones) una moción declarando su oposición a la concesión de la patente del Oncoratón de Harvard/Du Pont. El texto, en el que se pedía la revocación de la patente del Oncoratón y la observación de una moratoria en patentes por motivos éticos, fue entregado a la Oficina Europea de Patentes, OEP, en Munich.


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