Manganeses de la Polvorosa, en la provincia de Zamora, practica "El Salto de la Cabra"

ADDAREVISTA 2

Manganeses de la Polvorosa, provincia de Zamora, emulando a otras localidades españolas, se suma desde hace aproximadamente ocho años al viacrucis de la España negra, cruel y despiadada con los animales.

El macabro relato, propio de una siniestra pesadilla del pasado corresponde, ¡asómbrense! al pasado veinticuatro de enero de este mismo año. El festejo, sarcásticamente denominado «EL SALTO DE LA CABRA», se inicia a primera hora de la tarde, organizado por jóvenes de la localidad. Al grito de: ¡la cabra ya ha llegado!, un delgado y tímido animal es obligado a aparecer en escena, previamente embadurnado con pintura verde y adornados sus cuernos con globos y otros detalles verbeneros. Hostigándola, se la conduce por las escaleras de piedra que dan acceso a lo alto del campanario;lugar en el que, durante un rato, queda aislada junto a un grupo de jóvenes ebrios que la exhiben divertidos por la ventana del arco de la torre. Al rato, el cabra es obligada a bajar para seguir, al ritmo de una grotesca danza procesional, un calvario por las callejas del pueblo, con máscaras y disfraces.

De vuelta a la Iglesia, se reconduce de nuevo al maltratado animal a la torre, para sacarla fuera de un pequeño resalte —como puede observarse en la fotografía—, donde angustiada intenta sujetarse en medio de resbalones y empujones, luchando desesperadamente por volver hacia dentro de la torre. Los gritos de la multitud prolongan el espectáculo, invitando a que la tiren, incitando alevosamente a la víctima para que intuya el trágico final que le reservan. La esperpéntica imagen llega al límite del escarnio cuando, torpemente, son ordeñadas sus ubres —como si de una fuente de leche se tratara— para regar el griterío de abajo. Al son de: UN, DOS TRES es violentamente lanzada al vacío. En el caso concreto de este año, los participantes que, desde el suelo, sujetaban un toldo para recogerla, no acertaron, estrellándose su cuerpo contra el suelo.

No finalizó aquí su triste destino: moribunda fue arrastrada hasta el riachuelo del interior del pueblo, donde empujándola, se intentaba inútilmente ponerla en pie, mientras el torturado animal —sangrando por la boca—, se desplomaba una y otra vez. Para finalizar, se la traslada hasta un local improvisado como discoteca, con un significativo cartel: «bienvenida al salto a la cabra». A los acordes de un grupo musical, se organiza una lotería para «premiarse» con la carne del animal, mientras se bailaba alrededor de la postrada víctima, empujándola brutalmente mientras la sujetaban por cada una de sus patas. Al final el cuerpo fue retirado, para ser introducido dentro de un almacén. El llanto de unos niños —cuya inocencia debería ser lo más sagrado a conservar— por «lo que había hecho a la pobre cabra», deseando que esto no sucediese, es el único testimonio de sensibilidad y ternura hacia un ser injustamente torturado, que recibió un sufrimiento que nunca mereció.

Desde esta tribuna de denuncia, pocos comentarios se pueden añadir; el relato habla por sí mismo. Resulta inevitable incidir en estos lastres de brutalidad que ensombrecen nuestra extensa geografía, que inexcusablemente nos hacen sentir copartícipes y avergonzados por actitudes tan desalmadas y alejadas a la supuesta cultura y dignidad de un pueblo que pretendemos ser considerados como civilizados. Es obvio que quedan cuestionadas las autoridades gubernamentales, locales, los maestros de la localidad y cualquier otra persona de la población, cuando desde su supuesta autoridad, cultura, religión o civismo, durante los ocho años de esta infeliz ocurrencia, no han hecho, ni dicho nada, para impedir este cruel martirio. Nos consta, que el cura párroco ha intentado evitar este suceso, recayendo la responsabilidad en las autoridades municipales. Concretamente, este año, en la figura del Alcalde, quedando de manifiesto su falta de interés en evitarlo.

Este festejo, anteriormente, se limitaba a un baile denominado «el salto de la cabra» sin la intervención física de ningún animal. Hace aproximadamente ocho años que se empezó a incorporar una cabra, degenerando, paulatinamente, en una actitud bárbara, hasta llegar al límite de la brutalidad del presente año.

Los compañeros T. y V. Moore, han realizado el testimonio de la denuncia en fotos y vídeo, desplazándose especialmente a dicha localidad, para recoger la cruda realidad de los hechos. Su templanza y valentía requieren nuestro apoyo para que todos, como españoles, evitemos la repetición de estos lamentables actos.


Relación de contenidos por tema: Fiestas populares crueles


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