La ley, precipitada y mal hecha, que ratifica la celebración de las fiestas populares con bóvidos en Catalunya, llamadas correbous,sigue su proceso; en este caso, ha aparecido su propio reglamento, con las características propias que desde un principio han caracterizado este desconcertante asunto. Nuestros habituales lectores conocen con detalle todo el proceso habido hasta el momento (para recuperar información se puede entrar en el buscador de «Adda revista», tema «fiestas populares»). Si la primera ley de protección de los animales catalana del año 1988 no pudo lograr que apareciese su reglamento, algo necesario para cualquier texto legislativo a fin de perfilar el texto y el espíritu, se tuvo que llegar a la segunda ley de protección del año 2003, bajo continuas promesas, reuniones y borradores. Nuevamente, más promesas, nuevas reuniones, nuevos borradores y después de nueve años unos textos legales, que fueron pioneros en España, todavía están a la espera de detallar todo este texto legislativo que contrasta con la precipitación en la redacción y reciente aparición del reglamento de la ley de Correbous.

O sea, se llevan veinticuatro años esperando el reglamento de la ley catalana de protección de los animales, si lo sumamos desde la primera ley de 1988. ¡Veinticuatro años! Algo, desde luego, inconcebible, si no es que existen poderosas razones internas para que este reglamento no prospere. Tampoco puede achacarse a consignas de partido, pues durante este dilatado tiempo, con los diferentes cambios políticos, se puede decir que todos los partidos presentes en el Parlament han estado en el gobierno (CIU, PSC, PPC, Esquerra, e Iniciativa-Verds) y han tenido tiempo, presencia y oportunidad de sacar adelante este documento.

Veinticuatro años de espera para el reglamento de la ley de protección de los animales y... ¡en un año se aprueba el reglamento de la conflictiva ley de los correbous en Cataluña! La ley de correbous y ahora su reglamento desvirtúa la primera, la más importante, y, además, la contradice. Sabida es la posición del ADDA, que, lamentándolo mucho, acepta tolerar estas fiestas a excepción de las dos modalidades más crueles: el toro ensogado y el toro de fuego. Con ello se abre un conflicto que no tendrá fin hasta verlas desaparecer, así como la totalidad de estos festejos. Este planteamiento ha sido notificado por escrito a los representantes de todos los partidos políticos actualmente presentes en el parlamento catalán. Se ratifican, con ello, las premisas mantenidas, desde un principio, por esta ONG con treinta y siete años de existencia.

Recurso

En periodo hábil de información al público, el 16 de junio 2012, ADDA presentaba alegaciones contra el reglamento de los correbous por considerar que se trata de un documento parcial que no garantiza ni especifica los aspectos relacionados con varios temas que condicionan los derechos de los animales y vulneran la ley de protección que los defiende (artículo 6, apartado 2) y que prohíbe, expresamente, inferir daños a los animales, manifestando que la ley de los correbous fue redactada con absoluta ausencia de un procedimiento democrático, pues se prescindió, en todo el tramite de su elaboración, de la consulta y participación de las entidades, técnicos y especialistas en bienestar animal. A criterio del ADDA se vulneran los aspectos de la ley de protección de los animales, el seguimiento veterinario, el suministro de agua y alimentos, las condiciones higiénico-sanitarias y los mecanismos de control y vigilancia.

Se trata de un reglamento confuso en su cumplimiento, pues, por ejemplo, es imposible establecer con rigor la edad de los participantes, el tiempo en que las bolas de fuego deben estar en la testuz encendidas, la concreción de la seguridad de las instalaciones, los controles veterinarios y muchos otros detalles que deben realizarse antes, durante y después del correbous, algo difícilmente cuantificable en circunstancias de aglomeraciones, alegrías y desmanes, propiciados por el alcohol. Las denuncias y las contravenciones serán continuas, con lo que estos problemáticos festejos ahora inician un camino muy difícil de augurar.