El Toro de la Vega, tradición y barbarie

ADDAREVISTA 47

La  localidad vallisoletana de Tordesillas lleva a cabo cada septiembre esta cruel costumbre nacida en la Edad Media.

A pesar de lo que se estipula en el artículo 3 de la Declaración de los derechos de los animales, aprobada por la ONU en octubre de 1978: “Ningún animal será sometido a malos tratos ni actos de crueldad”, y de las manifestaciones en contra del maltrato animal –la última realizada  en Madrid contó con más de 15.000 personas- y de las firmas recogidas, entregadas por el Partido Animalista Contra el Maltrato Animal, PACMA, en el Congreso, pidiendo la abolición de la fiesta, un total este año de 85.000 y 71.000 el pasado. El Toro de la Vega de Tordesillas (Valladolid) sigue llevándose a cabo anualmente cada mes de septiembre, concretamente el martes correspondiente a las ferias y fiestas de la pena. Es más, parece ser que pretenden seguir celebrándolo durante muchos años más, ya que la Comisión de Medio Ambiente del Congreso de los Diputados rechazó el martes 24 de septiembre de este 2013 una proposición no de  ley de la Izquierda Plural (IU-ICV-CHA) en la que se instaba al Gobierno a establecer los mecanismos y desarrollos legales necesarios para evitar situaciones de maltrato animal, como la que aquí nos atañe. Esto ocurre en pleno siglo XXI. País: España.

En varias ocasiones hemos escrito sobre esta barbarie, véanse, por ejemplo los números 24, 33 o 43 de esta publicación remitiéndose a nuestra web  http://addarevista.org; desde ADDA consideramos que esta atrocidad no puede quedar en el olvido y, por eso, en este ejemplar reiteramos su denuncia.

Este medieval festejo empieza cuando se suelta al toro cerca de la plaza mayor del pueblo y corre escoltado por la multitud sin que nadie lo pueda molestar, tal y como “establece la normativa”. Ya en el “campo del horror” entre cincuenta o cien jinetes o a pie, provistos de una pica, persiguen al toro, hasta conseguir darle muerte alanceado. La lanza en cuestión se corresponde con la usada por los castellanos en la Edad Media y su hoja, junto con el vaso soldado, no debe medir más de cincuenta centímetros de longitud. El alanceado consiste en hundirle el filo de su arma en el costado hasta su fallecimiento. Sin embargo, el animal “será indultado” en el caso de que rebase los límites del torneo o los lanceros no puedan matarlo.

El vencedor es el que logra matar al toro con su pica y, tal y como se especifica en la modificación de la ordenanza municipal reguladora del inmemorial torneo del Toro de la Vega aproada el año pasado, “El vencedor del torneo tras la muerte del toro se dirigirá hasta la Plaza mayor donde presentará como triunfador al publico, estando presente el/la alcalde/sa. Podrá exhibir el rabo y la divisa del animal como símbolo de su victoria y de la consumación del rito”. Esto ocurre ahora en España, país miembro de la UE. Antes el matarife presentaba los testículos del toro en ristre de su lanza.

La polémica está servida

Este año más que nunca esta barbarie camuflada de tradición ha levantado ampollas entre la opinión pública. Y ello ha sido no sólo por su anacronismo, recordemos que es un ritual basado en el sufrimiento animal, nacido en el siglo XIV, que en pleno siglo XXI, se sigue llevando a cabo tampoco únicamente por su crueldad con el animal, a pesar de lo que se proclama en la ordenanza: “toro y torneante han de estar en igualdad de condiciones naturales”. Es evidente que esta equidad brilla por su ausencia.

Hagamos cuentas: el toro es un bovino herbívoro pacífico si no se le azuza, es uno y su arma son sus astas, los humanos son de cincuenta a cien y cada uno de ellos cuenta con una lanza en su poder. Y no solamente porque una parte importante de la sociedad esté en contra y exista una normativa que prohíba el maltrato animal, sino también y, especialmente, porque este 2013 un grupo de “catedráticos” de diferentes universidades del Estado español, y también de Portugal y Colombia, han redactado un “Manifiesto Universitario Pro Toro de la Vega”. Y la verdad es que no tiene pérdida. Por ejemplo, en dicho texto se critica la mala interpretación de las imágenes difundidas en los medios de comunicación, los cuales según los doctos profesores han recurrido a la “demagogia y al uso de mentiras” y han tergiversado la realidad. Todo ello “al servicio de una estrategia de desinformación”. Asimismo, el manifiesto señala que el Toro dela Vega es en verdad “un encierro” y lo asimilan al de “los sanfermines”.

Pero aquí no acaba la cosa. Los sabios catedráticos comparan en todo momento las corridas comerciales con el torneo del Toro de la Vega y defienden que este último es “más noble y puro, por realizarse en mayor igualdad de armas”. Colacionan dos costumbres, a cuál de ellas más cruel y sangrienta. Pero es que además, añaden que, “mientras las corridas comerciales sigan siendo legales no se puede entender ni tolerar el ensañamiento mediático e ideológico con este festejo popular, orquestado mediante una larga campaña impulsada por las asociaciones animalistas…”. Es bien sabido que las entidades animalistas buscan la abolición  tanto de las “corridas comerciales” como del Toro de la Vega o cualquier otra fiesta de este estilo que se ensañe con el animal. Por lo que, no tiene ningún tipo de sentido dicha relación.

El manifestó finaliza pidiendo a los medios de comunicación y a los responsables políticos que no se dejen arrastrar por los movimientos de los exaltados que fomentan el enfrentamiento social y la intolerancia” . Lo que no sabemos aún es a qué movimientos exaltados se refieren, ya que los que portan las lanzas todos sabemos quienes son.  

Las respuestas

Las réplicas a este manifiesto no se hicieron esperar. Bajo el título “Por el fin de la tortura animal: manifiesto contra el Toro de la Vega”, casi un centenar de profesores dieron su apoyo a esta iniciativa, promovida por la Asociación Inter Universitaria para la Defensa de los Animales, AIUDA, contra el brutal festejo. A través de siete puntos los docentes intentan concienciar a la sociedad española de la necesidad de mejorar nuestra convivencia con los animales. Los firmantes, en contra de cualquier tipo de maltrato animal, exigen “al PP, el partido dirigente en la Junta de Castilla y León, cuyo Reglamento de Espectáculos Taurinos Populares autoriza la realización del Toro de la Vega; como al PSOE, que controla la alcaldía de Tordesillas”, que comiencen a “escuchar a una abrumadora, mayoría de la sociedad que, en línea con el aumento de la concienciación social sobre la defensa de los animales, se opone a este asesinato de un animal.  

También desde Catalunya, el Grup Antropología de la Vida Animal, Grup d’Estudis d’Etnozoología, vinculado al Institut Català d’Antroplogia, ICA, quiso responder a los diferentes catedráticos que se muestran a favor de la atrocidad que se lleva a cabo en la localidad vallisoletana. Los miembros de este grupo confiesan sentirse sumamente decepcionadas ante el manifiesto y alegan que “desde posiciones académicas no pueden defenderse la violencia, el maltrato y la crueldad hacia los animales, ni siquiera bajo la forma de ritual y tradición”. También defienden que una costumbre no puede preservarse simplemente porque se haya “hecho así toda la vida”. Y todavía menos si se trata de una “práctica cruel” que consiste en torturar hasta la muerte a un ser vivo”. Finalmente, las siete antropólogas acaban su intervención invocando al sentido común y pidiendo “ no hacerlo al otro lo que no se quiera para sí mismo o si misma”.

La tauromaquia como Patrimonio Cultural Inmaterial

De nada ha servido ni las manifestaciones ni las opiniones en contra de las fiestas taurinas. Inútiles han sido los apoyos conseguido contra las corridas de toros de destacados intelectuales, como por ejemplo, el Nobel de literatura John Maxwell Coetzee o la primatóloga y Premio Príncipe de Asturias Jane Goodall. Tampoco se han tenido en cuenta los resultados de encuestas de opinión publica, como la realizada por Ipsos MORI por encargo de la Humane Society Intereational, en la que se pone de manifiesto que sólo el 13% de los españoles apoyan firmemente las corridas de toros. Finalmente, la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados ha aprobado la proposición de ley para que la tauromaquia sea patrimonio cultural.

A pesar de que tres cuartas partes de la población no han asistido a una corrida en los últimos cinco años y de que la mayoría no aprueba que se utilicen fondos públicos para la actividad taurina, tal y como se desprende de las respuestas de las 1017 entrevistas, realizadas por Ipsos MORI. Las 590.00 firmas que apoyaban la iniciativa legislativa popular, ILP, con el propósito de declarar la fiesta de los toros como Bien de Interés Cultural, BIC, siguió –ahora ya ley- delante en su tramitación parlamentaria gracias a los votos del PP y de la UPN y de la abstención de PSOE y UPyD, cambiando, no obstante Bien Cultural por Patrimonio. Hay que tener en cuenta que la proposición de ley aprobada no es íntegramente la presentada en origen, ya que incorpora ciertas modificaciones propuestas por el PP y también UPN, aunque en menor medida. Inicialmente en la ILP se pretendía declarar los toros como Bien de Interés Cultural para recibir el máximo grado de protección y evitar que se prohibieran en las diferentes comunidades autónomas. Sin embargo, una de las consecuencias de la aprobación de esta maquillada propuesta supondrá el aumento del presupuesto destinado a la tauromaquia. Actualmente, según denunció Esquerra Republicana de Catalunya, ERC, a principios de año en el Congreso, el mundo de los toros recibe 700 millones de euros en subvenciones públicas, de los cuales 130 millones provienen de Bruselas a través de las subvenciones agrícolas.

Europa cierra el grifo

Mientras en nuestro territorio los políticos están estudiando convertir la tauromaquia en Patrimonio Cultual Inmaterial y elevar así las partidas destinadas “a la puesta en valor de los toros como un bien cultural”, según palabras del actual cuestionado ministro de Educación Cultura y Deporte, José Ignacio Wert. En Europa, concretamente en el Parlamento holandés, se aprobó en julio de 2013, por unanimidad, una resolución en contra de los subsidios agrícolas de la Unión Europea, que van destinados al sector taurino. La Comisión Europea ha tenido que llamarle la atención en diferentes ocasiones a España por incumplir la directiva europea concerniente a las condiciones para el sacrificio de animales. En 2011 amenazó con multar a ocho comunidades autónomas a las que ya se condenó porque sus zoológicos transgredían la normativa comunitaria. Anteriormente, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea había señalado que los zoológicos de Aragón, Baleares, Canarias, Castilla y León, Extremadura y Galicia no cumplían con dicha preceptiva comunitaria.

El maltrato animal en fiestas populares

Cada año se maltratan unos 60.000 animales en fiestas populares en España y de estos no todos son toros. En nuestra geografía se celebran otras prácticas de gran crueldad con los seres vivos. A pesar de la tortura evidente, este tipo de festejos continúan llevándose a cabo. Y es que no existe un criterio único que los regule en toda nuestra geografía por igual. Las competencias, en lo que se refiere son responsabilidad de las administraciones autonómicas y locales. Además, el Código Penal castiga, desde finales de 2004, con sanciones de tres meses a un año de cárcel el maltrato de los animales domésticos, categoría en la que no se incluye ni a los toros ni a las aves de cetrería ni a los animales exóticos o silvestres. Es decir, según el Código Penal es delito maltratar a un perro, pero no a un toro. Respecto a esta contradicción sin sentido, en 2012 la Plataforma de Defensa de los Animales “No al Maltrato Animal” entregó 400.000 firmas al Congreso solicitando que se endurezcan este tipo de penas en el Código Penal y eliminen las distinciones entre animales, pero parece ser que esta petición ha caído en saco roto.

 

Ong ADDA -Diciembre 2013


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