Pepa y Magdalena ya están en Tossa de Mar

ADDAREVISTA 5

El «Salto de la Cabra» en Manganeses de la Polvorosa (Zamora) fue ampliamente comentado en el número 2 de nuestra publicación. Este año se ha repetido a pesar de su prohibición gubernativa. Afortunadamente con mejor y feliz desenlace para las forzadas protagonistas, pues fueron lanzadas dos cabras en vez de una. Nuestros lectores que ya estuvieron informados por los relatos de dos testigos presenciales —Tony y Vicky Moore— tienen ahora ocasión de conocer, una vez más, cómo ocurrieron los hechos este año y quien fue, realmente, la protagonista de su rescate. Las cabras, depositadas en la protectora de Alcalá de Henares (Madrid), viajaron varias veces a los estudios de la televisión española —sin permiso ni conocimiento de su legal propietaria, la FAACE— en donde su salvamento fue capitalizado, amplia y generosamente, por otros colectivos españoles. El 16 de febrero pasado se encontraron en la protectora de Alcalá de Henares, Pilar Alvarez —activa colaboradora de ADDA Comunidad Valenciana—, quien portaba la documentación acreditativa de propiedad de la FAACE, junto con Chari Cruz y Salvador Maimi, Presidenta y Secretario de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Tossa de Mar. Desde allí viajaron a Tossa donde «presidirán» las II Jornadas próximas a celebrar.

Noticias recibidas de la Dirección General de Política Interior en la Sede Central de ADDA en Barcelona, informan a esta redacción que consecuente al atestado incoado por la guardia civil, el gobernador de Zamora ha abierto expediente sancionador el alcalde de Manganeses, recurrido, y en espera de su resolución.

El año pasado, en enero de 1990, siguiendo un destacado reportaje aparecido en un periódico de Zamora, fui a Manganeses de la Polvorosa y vi como una pequeña cabra era lanzada desde lo alto del campanario de la iglesia. Lo tomé en vídeo y en fotografías. La FAACE lanzó durante todo el año siguiente una campaña de denuncia a nivel de la misma población, de los ministerios españoles e internacional. Los medios de comunicación, incluida la televisión, también se hicieron eco, ampliamente de la noticia. Recibí las garantías del Ministro del Interior, en Madrid, que cualquier acto que pudiese causar daño al animal, sería prohibido y fui informada por la Dirección General de Política Interior que se habían dado instrucciones al gobernador de Zamora a fin de reforzar estas prohibiciones.

Dos días antes al suceso, el Ministro del Interior y el gobernador de Zamora, enviaron unas notas a la prensa española anunciando que la fiesta había sido susnenHiHa MP tar que, efectivamente, las instrucciones serían cumplidas. Me acompañaban dos compañeros trabajando bajo las instrucciones de la FAACE para ayudarme con un traductor y cubrir la información gráfica. Los periódicos locales de Zamora anunciaban, la misma mañana, que los vecinos de Manganeses intentaban desafiar las órdenes de prohibición del gobernador y continuarían tirando la cabra. Entonces de camino hacia Manganeses, fue cuando llamé al gobierno civil de Zamora: el gobermador había llegado a un acuerdo con el alcalde y autorizaba a llevar a cabo la fiesta -y esta orden fue exacta y categórica- si la cabra era bajada desde lo alto del campanario sujeta por una cuerda y con las suficientes garantias para que el animal no sufriese ningún maltrato.

Consideré que este compromiso implicaba demasiados riesgos para el animal y por ello me dirigí al cuartel de la guardia civil de Benavente —del que depende Manganeses— hablando con el comandante del puesto quien ya había destacado a dos números. Después de una larga conversación, él mismo y cuatro números estuvieron presentes en Manganeses. Allí se respiraba un ambiente de gran tensión con más de un centenar de personas reunidas. Permanecí al pie de las escalinata del campanario de la iglesia mientras los jóvenes, borrachos, se acercaban con el animal advirtiéndoles de las consecuencias por lo que pudiese ocurrir. Me empujaron hacia un lado y subieron a la torre del campanario mientras yo hablaba con algunos vecinos, que en plan conciliador, me aseguraban que el animal sería bajado sujeto con una cuerda y depositado en una amplia lona que sujetaban una cincuentena de personas.

La multitud, que se había reunido en los alrededores de la iglesia cantando, gritando y bebiendo, gritaba: ¡que salte! ¡que salte! mientras me situaba lo más próximo a la lona para comprobar si la recogían. Pero... para colmo del asombro observé que... ¡tenían dos cabras en el campanario! Los animales fueron sacados al borde del balcón del  campanario —en la parte exterior—. La cabra más grande estaba vestida con cintas y oropeles y unas bragas adornadas como si fuese para un «striptease». Y... ¡zas!, la cabra fue lanzada hacia abajo sin cuerda y recogida por la lona; enseguida tiraron a la más pequeña, sin que sufriesen heridas. Inmediatamente examiné a los animales que parecían muy traumatizados pero milagrosamente ilesos. A la cabra más grande se la llevaron para «el baile». Me hice con la pequeña y pagué por ella 20.000 pesetas, manifestando también querer comprar la otra. Hubo una gran discusión pues ambos animales estaban destinados a ser sacrificados como plato para la culminación de la fiesta. Pero tuve suerte y pronto las dos cabras estuvieron a mi cuidado.

La guardia civil inmediatamente inició los atestados por incumplimiento de la orden gubernativa y tuvo un trato muy amable hacia mi persona, ayudándome en todo y a su traslado hacia Madrid, en un viaje que duró unas cinco horas. La mayor llamada «Pepa» que tiene 18 meses —estaba preñada— demostró un gran nerviosismo durante todo el viaje, mientras que la pequeña «Magdalena», de ocho meses, durmió casi todo el tiempo junto a mí, ya sea en mis brazos o sobre mis rodillas. Ambos animales fueron examinados por un cirujano-veterinario encontrándolos en buen estado aparte de ligeros cortes y contusiones. Tendrán un hogar permanente en el refugio de la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Tossa de Mar (Costa Brava). Allí recibirán un buen trato y mucho amor. Espero que los amantes de los animales puedan visitarlos. (Vicky Moore para AdlA).


Relación de contenidos por tema: Fiestas populares crueles


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