Betty Svendsen: Una vida por un ideal

ADDAREVISTA 3

Elisabeth Svendsen, con entusiasmo y tenacidad, ha logrado la creación en Gran Bretaña de una poderosa asociación para la acogida y protección de burros con ramificaciones en todo el mundo. Ocupa el puesto 72 en el «ranking» entre las 146.000 existentes. ADDA DEFIENDE LOS ANIMALES hace una breve semblanza de su vida, del trabajo y de la realidad lograda que ya tiene una continuidad asegurada en su hijo.

El gran misterio de la persona se halla en sus reacciones; para bien o para mal. En el transcurso de la vida, marcado ya por el lugar y situación de su nacimiento, el ser humano va desarrollando sus sentimientos —y reflexiones—, madurando y definiéndose hacia unas actuaciones bien determinadas incluyendo, también, a quien no hace nada. Pero este no es el caso, ni mucho menos, de nuestro personaje: Elisabeth Svendsen, «Betty» como cariñosamente se la conoce. Todo un carácter por y para una constante: su amor a los solípedos, burros y asnos, como ustedes quieran llamarlos. La clave del éxito en la vida es tener una idea clara y bien definida. Saber a lo que se quiere llegar, y a partir de aquí, una constancia inquebrantable en la consecución del objetivo. Desde muy pequeña, a Elisabeth, su padre ya tenía que llevarla frecuentemente a ver unos burros que descubrió en el campo.

Nacida el año 1930 dentro de una familia acomodada inglesa, bulliciosa y alegre, pasó su juventud feliz. Con motivo de un pequeño incendio en su coche —tenía 24 años— conoció a Niels Svendsen quien le ayudó a sofocarlo, pero aquellas llamas no se apagaron en el corazón de «Betty» y siete meses más tarde se casaba con quien compartiría toda su vida. Formaron una familia unida desde un principio y su deseo, férreo, de tener cuatro hijos se vio cumplido: Lise, Paul, Cli-ve y como no llegaba el cuarto... ¡la adoptaron!: la pequeña Sarah.

Niels y «Betty» trabajaron fuerte desde los comienzos. Primero él, como empleado, para luego independizarse con su propia empresa al crear un nuevo tipo de pañales. Luego al sector de los electrodomésticos para liquidar el negocio y adquirir, en el año 1966, el hotel Saltón en la campiña inglesa. Allí tenían espacio suficiente para su gran ilusión: tener varios burros, ya que el primero que poseyeron, llamado Donko, debido a los cambios de residencia a que se vieron obligados, no pudieron continuar con él. Y así llegaron «Naughty Face» (mala cara) que adquirieron por 45 libras y después «Angelina», que tenían sueltos por los alrededores del hotel para curiosidad y complacencia de sus huéspedes. Así fue como empezaron y su amor por los burros, que cristalizó en una vocación y dedicación ejemplar de Elisabeth, comenzó a conocerse por los alrededores.

En el año 1973 fundan el South Western Donkey Sanctuary — Santuario de Burros del Sud Oeste— y una donación, por fallecimiento de su propietaria, les sorprende con la llegada de 200 burros a la vez, lo que requiere, inmediatamente, hallar una nueva ubicación, adquiriendo la Slate House, cerca de Sidmouth, por la cantidad de 85.000 libras (unos 16.000.000 de pesetas), no sin antes vencer muchas dificultades para la obtención del dinero y los permisos municipales por la presión que ejercían los agricultores al no ver cultivadas aquellas tierras. «Betty» Svendsen ha sido siempre una persona de recursos, tenacidad, capacidad de trabajo e imaginación. La compra del Slate House se presentaba como un imposible. Sin embargo surgió la idea: durante toda su vida había observado el especial cariño y atención con que trataban los burros a los niños disminuidos. ¿Por qué no crear un centro en que éstas criaturas pudiesen estar en contacto, en un ambiente abierto, con estos animales y compartir así unas horas de estancia y distracción agradables? Y así, dando a conocer el proyecto, se dispuso del dinero.

La campaña en favor de los burros iniciado por Elisabeth Svend-sen sólo puede imaginarse, ante todo, con un líder carismático al frente y dentro de un país absolutamente sensibilizado hacia el amor y respecto por los animales: Gran Bretaña. Si no es así, no puede comprenderse que, ya en el año 1976, la cantidad recibida en donaciones en metálico superase los 24.000.000 de pesetas, aparte de herencias y donativos varios. Y no tan sólo se acometió la acogida de burros y asnos autóctonos sino que, con la creación, en el año 1976, de la nueva asociación la International Donkey Protection Trust, IDPT, se expandió su actuación por todo el mundo. En España tenemos un buen ejemplo en la gran publicidad que adquirió —y tiene— el llamado «Burro de Peropalo» en Villanueva de la Vera donde la IDPT está cada año en la brecha; primero comprando al pobre burro —bautizado como Blackie y que tiene el especial privilegio de ser el único huésped extranjero en el santuario inglés— y promocionando cuantas denuncias y acciones están de su mano.

Como después de los inicios y expansión viene la especialización y el perfeccionamiento, quien, irónicamente, crea que se trata de «una burrada» esta completamente equivocado. Una perfecta organización mantiene en estos momentos más de 4.300 burros con todas las atenciones y departamentos: asilo de ancianos, atención de recién llegados, transportes, unidad de cuidados intensivos, veterinarios, cuidadores, administrativos, gabinete jurídico y cuantos otros detalles se precisan dentro de una perfecta profesionalidad y para su continuidad, el hijo de Elisabeth, Paul, con 33 años de edad y siete trabajando como ejecutivo de la asociación, esta asistido por un compacto grupo de administradores. Para hacerse una idea de la importancia de esta asociación baste señalar que ocupa el lugar 72 de las 146.000 asociaciones registradas en la Gran Brgtaña, con lo que el lector comprenderá la magnitud del trabajo realizado. Elisabeth Svendsen ha recibido algo muy difícil de lograr, en vida, debido a la mezquindad humana: el reconocimiento a su gran labor, poseyendo la dignidad de Miembro del Imperio Británico, MBE, y su vida continua sin un sólo momento de descanso: Tanzania, Etiopía, Ke-nia... En todas partes es reclamada, admirada y respetada por su labor.

ADDA DEFIENDE LOS ANIMALES, le rinde un merecido homenaje. Agradece y se siente muy orgullosa de poder ofrecer a sus lectores esta breve reseña de «Betty» Svendsen y aprecia toda la información, cuestionarios y documentación facilitada, que nos han permitido perfilar este trabajo de quien con vocación, tenacidad y entusiasmo dejará huella de su paso, ciertamente positivo, en favor de los animales. (Exclusiva AdlA).


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