Blanque-Bel, un antitaurino que nos deja

ADDAREVISTA 35

El pasado 14 de noviembre de 2007 falleció a la edad de ochenta años en el Hospital Carlos Haya de Málaga, Enrique Emilio Blanque Tripiana, escritor y periodista que firmaba sus escritos como Enrique Blanque-Bel. Fue una muerte inesperada, ya que padecía de un carcinoma de piel en la cabeza y estaba pendiente de consejo médico para operarse. Tal vez contribuira a su muerte el desánimo causado por su precaria situación económica, (vivía con una pensión mínima) y la soledad, pues desde hacía años apenas se relacionaba con su escasa familia, que ni siquiera se interesó por él en sus últimos momentos, Ni estuvo presente en el óbito. Fue un entierro en soledad, sin compañeros de trabajo ni amigos. Nadie estuvo a su lado a excepción de Francisco Arca un activista de la Asociación Marbella Voluntaria, que fue quien le ayudó durante los últimos años de su vida.

Nacido en Serón (Almería) transcurrió su niñez en Granada, en donde cursó el bachillerato en el Instituto Padre Suárez. Graduado en Filosofía y Letras por la Universidad de Sevilla y Magisterio en la Escuela Normal de Ceuta, continuó perfeccionando su formación con el estudio de idiomas antiguos –era profesor de latín-, y modernos, para los que tenía una gran facilidad: estudió francés en la escuela Central de Idiomas, e inglés en el Jesús College de Cambridge y en el Westminster College de Oxford (Inglaterra). También dominaba el italiano perfectamente por su estancia en Italia. 

Tuvo una época de viajero impenitente con el ansia de aumentar sus conocimientos y empaparse de lo que ocurría fuera de España. Su padre, según él mismo contaba, le regaló varios libros, le enseñó como personalizarlos, y a organizar su propia biblioteca. De allí nació su vocación como buen lector y, más tarde, escritor. 

Con un buen bagaje lectivo y cultural inicia su andadura profesional en el año 1960 como profesor de español en la Embajada de España en Rabat (Marruecos), y traductor para el Ministerio del Trabajo. Es profesor de español en el instituto La Salle y en el Instituto Saint Gabriel de Rabat. También fue Vocal-Consejero del ECAM (Enseigmenet Catholique au Maroc).

Con la independencia de Marruecos y el cese del protectorado español regresa a la península en el año 1970 a los cuarenta y tres años, entrando como redactor de prensa en la Agencia Central de Prensa, ACE, en el Servicio Universal de Noticias y Colaboraciones, SUNC, y en Europa Press, en Madrid. Esta nueva actividad le familiariza con el mundo de los medios, que ya no abandonará hasta el resto de su vida, publicando más de dos mil artículos, tanto de carácter periodístico y de opinión en numerosos periódicos y revistas.

Blanque se traslada a Marbella (Málaga), donde desplegará una gran actividad periodística, logrando entrevistar a casi todos los personajes destacados y populares de la época que formaban parte del esplendor más emblemático de la Costa del Sol. Colabora en la Revista Teleradio, es redactor del diario Sol de España, y del Diario de Córdoba, y se convierte en fundador y redactor del Diario de Granada. 

En su madurez, su espíritu rebelde le inclina a participar en numerosísimas asociaciones, círculos y fundaciones, pues es una persona preocupada, activa e inquieta respecto a lo que ocurre a su alrededor, en una sociedad española que despertaba a la modernidad. Sus escritos se radicalizan en busca de un mayor y mejor impulso de esta nueva sociedad y de sus ciudadanos. Pero la vehemencia de sus escritos en los medios, muchos de ellos críticos, incomodan al stablishmen, y le resultan, a la larga, perjudiciales. Así, poco a poco se le fueron cerrando foros y medios donde poder expresarse.

Concentró entonces su actividad como escritor publicando varias novelas, ensayos y poesía: “Tras esa pálida máscara”, “Antes que el verano se acabe” y “Los cuernos del diablo".


Blanque-Bel, en principio indiferente al tema taurino, pero culto y sensato, comenzó a percatarse de las tácticas utilizadas para introducir el toreo entre los niños y en las escuelas. Persona inquieta, quiso indagar sobre el tema, ya fuerza de descubrir cosas, se fue interesando por lo que había detrás del mundo del toro. Se convirtió en un gran defensor de los derechos de los animales, incrementando sus escritos antitaurinos, a la vez que se le iban cerrando puertas. Es en esta época cuando entra en contacto con ADDA, asociación que siempre ha sido muy activa a la hora de denunciar la crueldad de las corridas de toros; Durante años y hasta su muerte, el escritor fue intercambiando con la asociación, literatura, consultas e información que le servirían, más tarde, para componer sus escritos antitaurinos, que culminarían en "Los Cuernos del Diablo", un libro demoledor en contra del mundo. taurino. Blanque otorgó sus derechos de edición gratuitamente a ADDA , que fue entregándole en vida el importado derivado de su venta. A su muerte, y por expreso deseo suyo, los beneficios del libro se destinarán a la defensa y protección de los animales. Blanque fue un gran observador, inteligente, con una memoria privilegiada, irónico, mordaz, batallador, educado y amable. Pero ante todo fue siempre un buen hombre, fiel a sus principios y convicciones.

Ha muerto solo, olvidado, con una precaria economía, ignorado por aquellos de su entorno que en su momento figuraron como compañeros y amigos. Nuestra publicación, dentro de sus limitadas posibilidades, quiere rendirle un póstumo homenaje, dar a conocer su perfil, y agradecerle su creciente aversión contra las corridas de toros, que sin duda alguna incidieron tanto en su soledad como en su economía.

Amigo Enrique: ¡quienes defendemos a los animales no podremos olvidarte!


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