Los Zoo-Ilógicos. Siglo XXI

ADDAREVISTA 50

Los Zoo-ilógicos. Siglo XXI

Carmen Méndez

La ejecución y muerte de Adán y Eva, los dos chimpancés escapados de su recinto, reactivan la conciencia social y la polémica sobre los zoos y su continuidad.

En esta ocasión han sido ADÁN y EVA; dos chimpancés ubicados en el zoo de Sa Coma en el municipio de Sant Llorenç des Cardassar (Mallorca). La pareja de simios consiguió escapar forzando los barrotes de las instalaciones de su prisión y a las pocas horas de su «libertad» lo único que encontraron fue una muerte precipitada e irresponsable que, como siempre, se intenta justificar por los posibles riesgos que se podían derivar de su aparente agresividad. Eva fue abatida —no se sabe por quién— a cuarenta metros de distancia, y el cadáver de Adán fue localizado flotando en las aguas residuales de una depuradora, presuntamente ahogado. Es evidente que fallaron, una vez más, las medidas de seguridad para evitar su más que probable meditada y ansiada huida. Y también los obligados protocolos para su oportuna inmovilización y sedación. En nuestro país, ante determinadas situaciones parecidas, casi siempre prima la fulminante decisión del disparo mortífero.

Muertos Adán y Eva, ya nadie los volverá a privar de su libertad, pero se les ha arrebatado la posibilidad de continuar sobreviviendo en su forzosa cautividad.

La pareja de chimpancés, ubicados desde hace años en el zoo de Sa Coma, en unas reducidas y deficientes instalaciones, con anterioridad habían sido «propiedad», de un excéntrico multimillonario. Durante ese período, Adán permaneció mucho tiempo, sujeto por una cadena, en una gasolinera, en donde se le acostumbró a ser adicto a la cerveza. Probablemente, ambos fueron víctimas de la caza furtiva y el tráfico de bebés de chimpancé brutalmente arrebatados de la selva. Para conseguirlos se mataba a las madres y al grupo familiar que los defendía. Con ello, se satisfacía la demanda de zoos, circos, laboratorios, cine, publicidad, fotógrafos de playas, o coleccionistas.

A pesar de estar protegidas, sus poblaciones continúan disminuyendo, debido principalmente a los problemas derivados de la presión humana.

Reacciones

La fuga de Adán y Eva, y su fatal desenlace, ha focalizado la atención de entidades animalistas y miles de personas, revelando las deficiencias del zoo de Sa Coma y la mala situación de algunos de sus forzados residentes, puesto que ya habían sido denunciadas, hace años, por entidades ecologistas y animalistas, entre ellas el GOB balear, AnimaNaturalis y, recientemente, InfoZoos. A pesar de las denuncias y la normativa sobre zoos, no se observaron mejorías. Ahora, y después de este injustificable hecho, directamente, ya se está solicitando el cierre definitivo del centro.

Sabido y reconocido es que los animales piensan, sienten y sufren y también que los primates son los que más se asemejan a los humanos en sus comportamientos y reacciones. Los grandes simios representan el testimonio más próximo de nuestros comunes antepasados, los homínidos.

Con los chimpancés compartimos el 98,5 del ADN y un porcentaje común de inteligencia. La Asociación Primatológica Española, APE, así lo recuerda en el comunicado emitido con motivo de este suceso, lamentando y condenando la gestión por parte de las autoridades por falta de preparación, protocolos y utillaje apropiado: dardos anestésicos, redes, etc., para poder capturar a Eva. En el mismo comunicado se relata que:«los chimpancés son seres tremendamente complejos desde un punto de vista social, psicológico y emocional. El aislamiento social, el maltrato y las experiencias negativas durante las primeras etapas del desarrollo infantil conllevan una serie de consecuencias en estos animales similares a las documentadas en niños humanos». Precisamente, por esas capacidades cognitivas tan parecidas, los antecedentes y las similitudes con nuestra especie es por lo que el Proyecto Gran Simio, GPS, solicita desde hace años un estatus especial de reconocimiento y de igualdad, enmarcado en el derecho a la vida, la protección de la libertad individual y la prohibición de la tortura para la comunidad de chimpancés, bonobos, orangutanes y gorilas, sin que este reconocimiento signifique una justificación del maltrato ni el menoscabo de derechos y obligaciones hacia resto de las especies.

Sucesos tan lamentables como el de ADÁN y EVA reabren el debate y obligan a reflexionar. El gobierno demuestra una vez más su falta de interés en los temas que afectan a los animales sumado a la incompetencia e insensibilidad en los controles y la aplicación de la normativa. Pero también la propia sociedad debe asumir su parte de responsabilidad, al aceptar, con normalidad, recrearse en la contemplación de animales salvajes y grandes simios sometidos, en contra de su voluntad, en recintos de cautividad con afán lucrativo: safaris, zoos y circos.

Urgen medidas bienestaristas

Es evidente que en el siglo XXI los espectáculos de animales en circos desaparecerán, y que los gobiernos deberán poner mucho más interés y medios en el cumplimiento de las normativas relacionadas con el tráfico, comercio de animales y su bienestar. Si no se evita la destrucción de sus hábitats, el expolio de animales y la desaparición sucesiva de especies, lo pagará, de una manera u otra, el conjunto de la humanidad.

Los zoos cada vez más carentes de lógica tampoco podrán justificar su perpetuidad como coleccionistas de animales ni centros recreativos de visitantes. Su única posibilidad de continuidad se vislumbra en su reconversión a dignos santuarios de animales que tengan que ser reubicados por motivos humanitarios, priorizando siempre el interés y bienestar de los residentes acogidos y no un beneficio económico a costa de ellos.

Hasta el presente, y a pesar de algunas mejoras, la mayoría de zoos siguen sin cubrir las necesidades etológicas y biológicas más significativas de los animales que sobreviven, frustrados, ante la imposibilidad de satisfacer sus vitales impulsos y motivaciones de competir por el territorio, la comida y el apareamiento. Los zoos tampoco pueden reproducir la complejidad de los hábitats naturales con su biodiversidad ni reproducir el comportamiento libre y natural de las especies.

Maquillando su prioridad comercial y mercantilista han intentado asumir objetivos educativos y conservacionistas que no se pueden alcanzar y que resultan abiertamente contradictorios entre el mensaje que quieren ofrecer y la fórmula que utilizan para implementarlo. Estimulan la reproducción de los animales en sus propias instalaciones y a continuación, se arrogan el derecho de clasificar y eliminar de sus «colecciones» lo que consideran como excedentes sobrantes, alegando subterfugios de pureza genética. Recientemente, el zoo de Copenhague hizo vergonzosa ostentación pública y mediática de una palmaria ausencia de ética, ejecutando algunos de sus animales residentes, entre ellos una joven jirafa que descuartizó y diseccionó, con todo lujo de explicaciones, delante de adultos, jóvenes y niños. El principal mensaje «educativo» que consiguió transmitir fue el del menosprecio por la vida de un animal joven y sano, además de su incapacidad y grave irresponsabilidad ante el compromiso de proteger y tutelar los animales allí cautivos.

Estas instalaciones continúan arrastrando el lastre de mensajes decimonónicos en los que prima el afán coleccionista, discriminatorio y despreciativo. En muchos casos, los animales son tasados y cuidados en función de la rareza de la especie y el valor científico o económico que se les asigna. Los zoos continuarán, si no se enfoca el problema desde medidas normativas de actualidad y de futuro, sin dar una respuesta lógica y satisfactoria a la creciente conciencia colectiva de la sociedad actual.

 

Ong ADDA   Junio 2015


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